Seleccionar página

Protagonistas de la historia de España

La historia de España está llena de grandes protagonistas, piedras para unos cimientos que han dejado huella en el mundo entero. Hombres y mujeres, navegantes, conquistadores, aventureros, adelantados, científicos y militares que marcaron una época.

Ya hemos hablado de varias mujeres, como protagonistas en la conquista y colonización del Nuevo Mundo: Isabel Rodríguez, Inés Suárez, Doña Marina, María Estrada y otras valientes que contribuyeron a engrandecer la historia. Hoy me quiero detener en Catalina Bustamante pues fue la primera docente de América.

Y aquí aparece nuestra protagonista, temprano, en los albores de aquel imperio. Se sabe poco de sus inicios así que nos trasladamos a su viaje. Salvando los impedimentos legales para viajar a las Indias, seguramente porque iba con toda su familia, Catalina, junto a su esposo, Pedro Tinoco, sus hijas, María y Francisca, y las hermanas de su esposo, María y Juana, zarparon de Sanlúcar de Barrameda el 5 de mayo de 1514. La familia Tinoco era natural de Llerena (Badajoz) y se estableció en Santo Domingo.

Viajando al Nuevo Mundo

Apenas se conocen detalles de aquella estancia pero lo más probable es que recibieran una encomienda. Al parecer Catalina, que sabía leer y escribir, y tenía conocimientos de latín y griego, instruyó a las hijas de los españoles más acomodados de la zona.

La pista se le pierde hasta que aparece su nombre en una carta que escribe al Rey, Carlos I, en 1529, mediante la cual presenta una queja por la ofensa que han recibido dos internas indígenas en el colegio que ella dirige en Texcoco, Nueva España. ¡Ya en 1529 dirigiendo un colegio! Y aquí se destapa como una firme defensora de la dignidad de los indígenas, amén de su vocación por la enseñanza.

Nadie sabe bien como llegó a Texcoco, no aparece en las crónicas pero lo más probable es que llegara tras la petición de Hernán Cortés a la corona, tras la conquista de Tenochtitlán, para que enviaran misioneros franciscanos para que predicasen la fe católica. Así, el franciscano flamenco, Pedro de Gante, se establece en el nuevo territorio en 1525, mandado erigir una escuela con un internado para muchachos. Escuelas, universidades, imprenta, hospitales… siempre avanzando y dejando huella.

Vocación Docente, protectora de los indios

Catalina, con una vocación clara y constando ya como viuda, pasaría a Nueva España buscando esa nueva aventura. Seguramente conocería a Toribio de Benavente, defensor de los pueblos indígenas y más conocido como Motolinía, pero fue el fraile Juan de Zumárraga, primer obispo de México, quien le confió la misión de dirigir el primer colegio femenino, que se estableció en varias habitaciones del palacio de Nezahualcayotzin. Zumárraga llegó a definir a Catalina como “de nuestra nación, honrada, honesta, virtuosa, de muy buen ejemplo”.

Es curioso pero en este colegio y los demás abiertos, siguiendo el modelo, todas eras profesoras, a excepción del sacerdote que impartía la doctrina con un catecismo confeccionado en Nahualt por Pedro de Gante. Las niñas del colegio, además de religión católica, aprendían canto, lengua castellana, higiene, cocina y a cuidar de su casa.

Catalina, férrea defensora de sus alumnas, luchó con todas sus fuerzas por erradicar de la sociedad nativa ciertas costumbres propias de otras épocas como la poligamia o la venta de niñas. Y con esta actitud de defensa de los naturales se sigue las directrices que ya marcó Isabel la Católica que ya, desde un primer momento dijo de “Tratar a dichos indios muy bien”. Diez años después, en 1503, la misma Isabel aprobaría la Real Provisión en la que se observaba: “No consientan agravios a los indios”.

Así, en 1512, Fernando el Católico, esposo de Isabel, ya viudo, promulgó las leyes de Burgos donde se recogía que “los indios son hombres libres”. El mismo Fernando, en 1514, aprobó la Real Cédula para permitir los matrimonios mixtos.

Ya en 1526, Carlos I, nieto de los Reyes Católicos, firmó las Ordenanzas de Granada donde se recogían los castigos severos a quienes no respetaban a los indios. En 1542 se dictaron las Leyes Nuevas, endureciendo la esclavitud y entre 1550 y 1551, tiene lugar la “Controversia de Valladolid”, donde se crea el cargo de “Protector de los Indios”.

Y finalmente, en todo esta corriente protectora y de derechos de los indios, Felipe II dictó las Ordenanzas del bosque de Segovia. Cierto que personas infames y abusadoras existieron pero la corriente protectora era máxima y nuestra protagonista se empeñó con ahínco.

Isabel de Portugal y Catalina

Pues bien, Isabel de Portugal, esposa de Carlos I y emperatriz, también conoció a Catalina de Bustamante y e intercedió en un grave problema que se dio en Nueva España cuando Hernán Cortés marcha a Honduras y está ausente 2 años. En aquel periodo se produjo un caos enorme pues los oidores de la Real Audiencia, nombrados por el re,y o fallecían rápidamente o se mostraban incompetentes implantando un despotismo que duró hasta 1530.

En aquella grave situación ocurrió el secuestro de Inesica, la hija de un cacique y su criada, llevada a cabo por un grupo de indios cuando penetró en el colegio de Catalina para tal miserable fin. Y todo auspiciado, ideado y mandado por el alcalde de Antequera (hoy Oaxaca de Juárez) Juan Peláez de Berrio.

Impotente y airada por todo lo que había ocurrido, ante la impunidad y el vacío de poder, Catalina acudió al obispo Zumárraga pero fue imposible recuperar a la joven y de castigar a Peláez de Barrio pues tenía familiares en la audiencia y consiguió la impunidad.

Colegios en Nueva España

Ni Zumárraga ni Cortés pudieron enviar misivas explicando el caso, solicitando ayuda real y justicia pues los oidores controlaban el correo. Tan solo Catalina pudo enviar una carta a la emperatriz, que contestó con diligencia al saber del caso. Así respondió con una Real Cédula de 24 de agosto de 1529 que iba dirigida a esos oidores corruptos y al resto de jueces de Nueva España, en la que les reprochaba que no observasen “el servicio de Nuestro Señor, ni el bien de los dichos indios y conservación de ellos.

Igualmente, al obispo Zumárraga le confió la protección del colegio de Texcoco. Y el 31 de agosto envió la emperatriz una orden a la Real Audiencia para que los privilegios del convento y del colegio anexo fuesen respetados, bajo multa de 10.000 maravedís.

Con aquellos mimbres, el panorama empezó a cambiar para bien, incluso Isabel de Avis se interesó por ampliar aquella educación y los colegios con lo que encargó la búsqueda de varias mujeres preparadas para que se incorporaran, no solo al colegio de Catalina, sino a otros que ya se habían abierto. La emperatriz se comprometió a pagarles el pasaje y el ajuar.

Ampliado horizontes

En aquella tarea educadora, frenética y fructífera, se encontraba Catalina cuando viajó, en 1535 a España para reunirse con la emperatriz que, totalmente implicada, renovó aquella protección. Además, aprovechó el viaje para llevarse a Nueva España a varias hermanas terciarias capacitadas y listas para incorporarse a sus colegios. Isabel, entusiasmada, compraría material escolar y abonaría los gastos del viaje. Todo parecía ir viento en popa.

Catalina de Bustamante, todo energía y con una vocación docente fuera de toda dudas, informó al Consejo de Indias de que bajo su gobierno había más de 10 colegios entre los que se encontraban los de Texcoco, Otumba, Xochimilco, Coyoacán, Cuautitlán, etc. Y que tales colegios contaban con unas 4000 internas, entre hijas de caciques y niñas sin recursos. Los mismo caciques contribuían al sostenimiento de los colegios con donaciones en especie.

Un proyecto grandioso, una voluntad férrea, un corazón dispuesto para la entrega y la enseñanza, abriendo los brazos a todo el mundo. Un camino que se truncó pronto pues la terrible epidemia de peste de 1545 mató a miles de personas en el Nuevo Mundo, entre ellas a Catalina, sus compañeras profesoras y muchas de sus alumnas. Una tremenda desgracia para una mujer que tenía una vocación diferenciada: la enseñanza.

Catalina de Bustamante

En el monumento que hay Texcoco y que la recuerda aparece esta leyenda: “Maestra Catalina de Bustamante, primera educadora de América”. Un gran mujer, una gran historia digna de ser contada y que engrandece la historia de España. Y seguimos

(Todos estos datos aparecen, como el de otros protagonistas, en el libro “Eso no estaba en mi libro de historia del Imperio Español)