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Hechos heroicos

La historia de España está llena de vericuetos, requiebros y situaciones rocambolescas que dan para reclamar tronos o hacer la guerra por menos que canta un gallo. Partiendo de estos mimbres, antes de contar el hecho heroico de la defensa de Palencia por sus mujeres, intentaré poneros en situación.

Resulta que Pedro I (para mí el Justiciero) y su hermanastro Enrique II se enfrentaron por el trono de Castilla. Ya lo conté, hace tiempo, en mi post: Ni quito ni pongo ReyEnrique, al final, se hace con la corona e instaura en Castilla la dinastía Trastámara. Ahora pasamos al culebrón dinástico. Pues resulta que Juan I, rey de Castilla e hijo de Enrique II, se casa con Beatriz, única hija del rey portugués Fernando I.

Guerra entre reinos

Fernando I, el rey portugués, fallece y empiezan los problemas. En vez de ser nombrada heredera y reina a su hija Beatriz, ante la petición airada y preocupada de la nobleza portuguesa, al vislumbrar una posible unificación de Portugal y Castilla, es proclamado regente (y posteriormente rey) Juan de Avís, hijo del rey Pedro I de Portugal y hermano de padre de Fernando I. Aquí empezaría la dinastía Avís. Es un lío, ya lo sé. Pero aún hay más.

Y ¡claro está!. Juan I, por honor y por intentar agarrarse a aquella oportunidad, declara la guerra a Portugal intentando que su esposa Beatriz recuperase el trono luso. El enfrentamiento es inevitable, produciéndose la batalla de Aljubarrota en 1385, donde las tropas castellanas son destrozadas completamente, es un desastre. En este punto he de decir que junto al ejército portugués había tropas inglesas, que ayudaron en la campaña y sembraron el caos en ciertas partes de la península.

Y para que no falte un perejil, ya tenemos el elemento inglés, el de siempre, el enemigo ancestral. Resulta que Juan de Lancaster estaba casado con Constanza, hija de Pedro I de Castilla, y que, aprovechando el desbarajuste, desembarcó con tropas inglesas en la península, dispuesto a arrebatarle el trono a Juan I, hijo del hermanastro de su suegro. Y así empezó a obtener victorias. El panorama era desolador y el futuro para los Trastámara se tambaleaba.

Mujeres de Palencia

Aquellas tropas inglesas, ávidas de conquista, odiando a los castellanos, se plantaron frente a las murallas de Palencia que, en aquellos momentos, estaba vacía de hombres ya que todos habían acudido a la llamada de su rey para luchar contra Portugal. No, no había hombres para defender la ciudad, pero sí mujeres, todas las mujeres de Palencia se pusieron firme ante la amenaza inglesa.

Valientes y atrevidas, jamás se amilanaron ante aquellas fuerzas inglesas que querían conquistar Palencia. Con todo lo que tenían a mano, con fiereza y determinación, defendieron la plaza e hicieron que los enemigos se retirasen. Por aquel magnífico acto, Juan I premió a las mujeres palentinas, concediéndole el derecho vitalicio a usar las insignias de la Orden de la Banda, máximo galardón de Castilla, que solo se concedía a los varones.

Esta gesta quedó, además recogida en una mesa de mármol, en la que aparece una inscripción con la siguiente leyenda: 7

«En 1386 el rey don Juan de Castilla concedió a las mujeres palentinas el privilegio de adornar sus tocas con los colores rojo y oro, en premio de que hallándose ausentes y en el ejército del rey todos los hombres de la ciudad, la defendieron ellas solas, derrotando a los ingleses del duque de Lancaster y perecieron muchas de ellas en los asaltos»

Unión de dinastías

Después de los sucesos, una vez firmada la paz con los ingleses en el tratado de Bayona, el rey elige Palencia como lugar en el contraerán matrimonio su hijo Enrique con Catalina de Lancaster, hija de Juan de Gante y Constanza de Castilla. Es curioso: aquí se unen don dinastías, una descendiente del rey derrocado Pedro I se casa con un  nieto de Enrique de Trastámara, hermanastro del primero. Las vueltas que da el destino.

Y se crea un nuevo título para los jóvenes príncipes: Príncipes de Asturias, que desde entonces lo llevarán los herederos al trono de Castilla.

mujeres palentinas