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Tiempo de Zozobra

Tiempo de zozobra, de nubarrones en el horizontes y muerte por los caminos. Incertidumbre que reina a sus anchas para machacar los sentidos y arrebatar razones. La nación es un hervidero, el imperio dejó de serlo y la grandeza es una mera sombra en los recuerdos del ayer, una quimera que de diluyó. Un nuevo dueño de Europa maneja a su antojo los hilos de aquel inmenso tablero de ajedrez.

Tal vez fuera por el taimado engaño perpetrado por Napoleón para coronar a su hermano José como emperador, encerrando a Carlos IV y a su hijo Fernando en Bayona, tras unas vergonzosas abdicaciones. O por la desmedida respuesta que tuvo Murat tras el levantamiento de Madrid. Lo cierto es que la afrenta corrió como la pólvora por toda la geografía española y las juntas provinciales y locales hicieron un llamamiento a la guerra.

Y todo empezó el 2 de mayo de 1808. Tras el derramamiento de sangre por las calles madrileñas, tras los fusilamientos de los levantados, y recogidos magníficamente por Goya, y tras la flagrante invasión del ejército más poderoso del mundo, rugió con fuerza el pueblo español y alguien se hizo eco. 

Bando de Móstoles

Los dos alcaldes de la Móstoles, viendo la necesidad de despertar aún más al pueblo y afianzar su fuerza, firmaron este emocionante bando, llamando a todos los españoles a morir por la patria y el rey; armarse contra el invasor y luchar, hasta el final, para lograr expulsarlos. 

Aquí reproduzco íntegramente el famoso bando: 

«Señores justicias de los pueblos a quienes se presentare este oficio, de mi el alcalde ordinario de la villa de Móstoles.
Es notorio que los franceses apostados en las cercanías de Madrid, y dentro de la Corte, han tomado la ofensa sobre este pueblo capital y las tropas españolas; por manera que en Madrid está corriendo a estas horas mucha sangre. Somos españoles y es necesario que muramos por el rey y por la patria, armándonos contra unos pérfidos que, so color de amistad y alianza, nos quieren imponer un pesado yugo, después de haberse apoderado de la augusta persona del rey. Procedan vuestras mercedes, pues, a tomar las más activas providencias para escarmentar tal perfidia, acudiendo al socorro de Madrid y demás pueblos, y alistándonos, pues no hay fuerza que prevalezca contra quien es leal y valiente, como los españoles lo son.


Dios guarde a vuestras mercedes muchos años.»


Móstoles, dos de Mayo de mil ochocientos ocho.


Andrés Torrejón
Simón Hernández