Momentos Memorables
Momentos memorables, detalles heroicos, casi míticos, para ir descubriendo nuestra gran historia y sus protagonistas: hombres y mujeres que luchan, que no cesan en su empeño, que no se detienen ante nada ni nadie, que no se rinden. Ya sea contra aquellos ingleses que intentaron saquear La Coruña o los otros que quisieron tomar la ciudad de Palencia; o contra franceses que quisieron sembrar el terror por las calles de Madrid un 2 de mayo de 1808 y saquearon España hasta la extenuación. Les daba igual pues siempre lucharon con denuedo por su patria, por su rey o por la libertad, siempre con honor y valentía.
Y este es el caso de Antonio Miguel Chover Sánchez, un valiente militar, hecho de una pasta especial, que a pesar de todo, a pesar de las heridas sufridas y de las piedras encontradas en el camino, se levantó y siguió peleando con todas sus fuerzas. Un historia digna de ser contada, de ser recordada.
Militar de vocación
Resulta que Antonio Miguel, natural de Játiva (Valencia) ingresó en 1795 (17 años) como soldado en el Regimiento de Caballería de Línea Alcántara permaneciendo con su escuadrón en Extremadura hasta 1797, año en el que fue destinado al Regimiento Andalucía. Allí permaneció hasta 1800, año en el que regresó a tierras extremeñas.
A partir de aquí entramos en el convulso siglo XIX español. Nuestro protagonista, atrevido y audaz, en 1801 intervino en la guerra contra Portugal, entre el 20 de mayo y el 17 de julio y permaneció en Lisboa, con su regimiento, hasta el mes de junio de 1808, cuando se iniciaron las hostilidades contra los franceses de Napoleón y todos los soldados españoles integrantes de las guarniciones en la capital lusa fueron desarmados, detenidos y recluidos en pontones.
Aprovechando la noche y el descuido de sus captores, Antonio burló las lanchas cañoneras que vigilaban y escapó de aquellos pontones arrojándose al mar. Con presteza, sin dudar, logró llegar a España y se presentó en Badajoz, con la intención de volver al ejército. Una vez recompensado por su fuga, fue destinado al Regimiento de Caballería de Húsares de la Reina Doña María Luisa, cuerpo en el que estuvo hasta que fue destinado al Regimiento de Cazadores de Caballería de la Granada de Llerena, recién creado.
Ascensos, fugas y heridas
Antonio, que ya venía con el grado de cabo 2ª, obtuvo pronto el grado de cabo 1º y al poco tiempo, el 15 de agosto de 1808, ascendió a sargento 2º. Poco a poco iba escalando en su carrera militar.
Según su hoja de servicios, participó en el ataque a la ciudad de Alcabón (Toledo) el 26 de julio de 1809. Es a partir de momento cuando Antonio Miguel Chover inicia el verdadero ejercicio de supervivencia y aventura, un episodio que roza lo legendario y que lo llevó a la fama.
En aquella batalla, tras dar muerte a un alto oficial francés, edecán del general en jefe, recibió, según relata él mismo en una carta dirigida a S.M. la reina Doña Isabel II, veintiuna heridas de bala y sable, por lo que fue dado por muerto y, consecuentemente, abandonado.
Según sus propias palabras, cuando recuperó algo de conciencia, con mil trabajos y padecimientos, pudo llegar a un pequeño pueblo cercano, encontrando refugio en un casa deshabitada. La fortuna quiso que en aquel trance una anciana lo encontrase y logró mantenerlo con vida, socorriéndole con algo de alimento y con lo esencial para que aquellas heridas pudieran ir cicatrizando.
Un camino lleno de sufrimiento
Cuando se encontró con fuerzas, aunque con las heridas aún frescas y sin que hubieran cicatrizado del todo, empeñado en seguir luchando contra el francés, inició un terrible camino, por senderos ocultos que serpenteaban entre montañas, hasta que arribó a Sevilla para presentarse ante el marqués de Palacios, inspector general de caballería. Éste, viendo el ánimo de Chover, le mandó volver con su regimiento.
Por sus hechos, por su valentía y entrega, amén de las heridas sufridas, la Junta Central del reino le concedió una recompensa y fue ascendido a alférez el 12 de agosto de aquel mismo año. Aunque siguió en el ejercito, tras la órdenes recibida, aquellas heridas mal cicatrizadas le impidieron ejercer con normalidad su profesión.
Así el 27 de octubre de 1810 se le concede el grado de teniente y el 7 de agosto de 1811, a causa de sus dolores y padecimientos, pasó a la Caja de Inválidos de Játiva. Pero no se terminó aquí su carrera militar pues, tras finalizar la invasión francesa, el 7 de febrero de 1817 pasó destinado al Estado Mayor de la plaza de Valencia, siendo nombrado ayudante de la ciudadela el 17 de septiembre de aquel mismo año.
Guerras realistas
El 21 de septiembre de 1820 fue ascendió a capitán de Inválidos y el 30 de marzo de 1821 fue destinado al ejército realista de Valencia. Según acredita su hoja de servicios, durante el trienio liberal, se incorporó al ejercito Real el 21 de marzo de 1823 y tomó parte, a pesar de sus heridas, en los episodios de los dos sitios contra Valencia, así como en la entrada en la plaza con el ejército aliado, todo acaecido durante la lamentable guerra realista o guerra civil sucedida entre 1822 y 1823. Momentos de un siglo lúgubre donde los conflictos armados se sucedían.
Antonio, militar por vocación, después de luchar contra las águilas imperiales de Napoleón, se vio envuelto en un conflicto civil, y participó en varias acciones, además de la de Valencia, como las que tuvieron lugar en las ciudades de Elche, Santa Pola y San Vicente del Raspeig.
Con el grado de teniente coronel, el 1 de octubre de 1825, cuando ya no podía más, se vio obligado a regresar al Cuerpo de Inválidos y pasó a estar retirado desde el 1 de junio de 1829. Casado por dos veces, el 1 de diciembre de 1850 fue destinado al cuartel de Inválidos de Atocha (Madrid), siendo allí otra vez ascendió a comandante de Caballería, gracias a las distinciones y servicios prestados. Toda una recompensa antes de su muerte, que acaeció el 2 de mayo de 1858.
Valentía y honor
Un valiente con honor, un soldado que no se rindió, que a pesar de las heridas y de los dolor, se levantó y siguió luchando. Una gesta repleta de balazos, heridas y un fuerza extrema para sobrevivir, para no abandonar, para levantarse tras la caída. Un protagonista, un héroe más entre tantos otros, un militar de vocación y una leyenda. He aquí mi homenaje a Antonio Miguel Chover, el militar que consiguió sobrevivir pese a las 21 heridas graves que recibió.
Para saber más, aquí os dejo un enlace de la Real Academia de la Historia con las fuentes y bibliografía https://dbe.rah.es/biografias/69592/antonio-miguel-chover-sanchez
Impactante narración, querido Jose Carlos. Ya había leído algo sobre este tema, pero me ha ilusionado como lo presentas. Gracias y mis felicitaciones.
Un abrazo
Muchísimas gracias, amigo Benito. Me alegro que te haya gustado. Son las historias que me gusta, que merecen ser conocidas. Un fuerte abrazo
Hola José Carlos,
Una historia que merece ser recordada y gracias por enseñarnos tanto.
Cuídate mucho y un gran abrazo.
Gracias, amiga Mercedes. Sí, son pequeñas perlas de nuestra historia, plagada de hazañas y hechos heroicos. Me alegro que te haya gustado. Es un placer y muy gratificante leer siempre tu comentario. Un fuerte abrazo. ¡Cuídate!