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Curiosidades históricas

Me encanta la historia de España y sobre todo las curiosidades que en ella se pueden encontrar. Personajes, hazañas, hechos curiosos y heroicidades varias para engrandecer aún más un camino, un imperio que se forjó y que duró durante siglos. Y que, pese a quien le pese, dejó huella en la cultura, en el idioma y en la costumbres de millones de personas.

Hoy de nuevo viaje a Flandes, a la guerra de desgaste que se vivió allí. Nos situamos entre finales de 1572 y principios de 1573. Don Fadrique, hijo del Gran Duque de Alba, se encontraba asediando la ciudad de Haarlem. La situación estaba siendo desesperada, caótica, con numerosas bajas y escollos imposibles de salvar.

Con cada intento de tomar la plaza, caían muchos españoles, componentes de los Tercios y ya se empezaban a escuchar voces, entre los combatientes, que una retirada a tiempo equivaldría una victoria. La empresa se antojaba complicada y la desesperanzaba empezaba a reinar en los corazones de varios de los capitanes, que así se lo transmitieron a Don Fadrique. Él mismo, ante el horizonte, ante el panorama desolador, empezó a contemplar aquella idea de la retirada.

El Gran Duque de Alba

Pero el padre de Don Fadrique, Don Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, el Gran Duque de Alba, el mejor general español de la historia, enterado de los hechos y de las cavilaciones de su vástago, le envió una carta con frases directas, nada amables, para procurar que no levantara el asedio a la ciudad e Haarlem.

Mas o menos, la misiva decía así: «si alzaba el campo sin rendir la plaza, no le tendría por hijo; si moría en el asedio, él iría en persona a reemplazarle, aunque estaba enfermo y en cama; que si faltaban los dos, iría desde España su madre a hacer en la guerra lo que no había tenido valor o paciencia para hacer su hijo».

Leyenda o verdad, lo cierto es que aquellas «suaves» palabras, aquellos reglones repletos de «cariño» y que iban dirigidos a la línea de flotación del honor de su hijo, calaron hondo en Don Fadrique, que persistió con entusiasmo y valentía en el empeño de tomar Haarlem, costase lo que costase. Hasta que, por fin, lo consiguió. Lo que consiguen algunas palabras de ánimo y motivación.