Los Reyes Magos, hace poco que dejaron su estela de ilusión, contribuyendo a engrandecer la inocencia de nuestros niños. Ojos de brillo infinito, sonrisas exultantes y corazones nerviosos que han visto como sus sueños se han hecho realidad. Sensación única e irrepetible que sólo se vive cuando eres pequeño.
Ahora, siendo padre, he vuelto a revivirla en mis carnes al contemplar los rostros ilusionados de mis hijos. Maravilloso y único, sensación que no cambio por nada. Por eso me pregunto el porqué muchos padres intentan destruir esas creencia a edades tempranas.
La inocencia es un regalo que nos da la vida para disfrutar el doble de nuestro camino. Imaginación a raudales, fantasía, ilusiones en los bolsillos y un recuerdo eterno. ¿Por qué nos empeñamos en hacerlos adultos? ¿Por qué borramos de un plumazo esos sueños y creencias?
- Prefiero decírselo, para que madure. Nada de eso existe -dicen algunos.
- Pero ¿qué necesidad tienes de que madure? ¿por qué tienes tanta prisa?
Nos empeñamos en acelerar, en que pase pronto el tiempo, y sólo nos damos cuenta de nuestro error cuando ya es irreversible. Los niños son un regalo que debemos vivir al momento, poniéndonos a su altura y ver el mundo en su dimensión. Después, cuando crezcan, será demasiado tarde.
Esa ilusión de los Reyes Magos, al igual que el Ratoncito Pérez y otras tantas de nuestra basta tradición oral, no debemos cortarlas ni borrarlas del mapa de esa inocencia infantil. Tenemos que fomentarla, arraigarla en nuestros pequeños, insuflarla de alegría y emoción.
Es triste que un padre borre esa magia de repente, cortando las alas a esos ángeles de la guarda, que custodian la inocencia del niño. Es increíble lo que puede llenar esa ternura infantil, observar sus caras absortas, empaparse de su jolgorio y de sus juegos. Todo un festín para los sentidos, para el alma y para el corazón.
Aún recuerdo a mi abuelo cuando en el patio dejaba paja y avena para los camellos, y leche y mantecados de canela para Sus Majestades. Los nietos el día 6 de enero, maravillados, mirábamos los huellas del paso de los Reyes. Se habían bebido la leche, para reponer fuerzas, y nuestros regalos estaban allí. Jamás lo dudamos: Los Magos de Oriente habían pasado por la casa de mi abuelo.
Si pudiera, volvería atrás para revivir aquellos momentos tan amados, tal y como lo viven mis hijos. O como dice el poema del gran Miguel de Unamuno:
Agranda la puerta, Padre
porque no puedo pasar.
La hiciste para los niños,
yo he crecido, a mi pesar.
Si no me agrandas la puerta,
achícame, por piedad
vuélveme a la edad aquella
en que vivir es soñar
Estoy totalmente de acuerdo contigo, supongo que al sistema no le interesa que los niños sean imaginativos o creativos vaya que al hacerse adultos se conviertan en una amenaza de lo establecido como «correcto», cortarles las alas directamente a lo magico y extraordinario es mejor que fomentar esa parte del niño que lo hara libre de todo. Primo para tomarnos un cafelito y hablar en profundidad del tema, porque no es solo quitarle la inocencia, ver el mundo con los ojos de un niño nos hace mas libre y por supuesto mucho mas humanos. Precioso articulo. Un abrazo.
Pues sí prima. La magia y la inocencia debemos fomentarla y vivirla con intensidad. Y ese café es menester que se tome ya, bien calentito. Me alegro que te haya gustado. Un abrazo fuerte
Muy lindo y cierto tu comentario.
Aún recuerdo aquella magia que tenía un sabor especial.
Y precioso el poema de Unamuno.
Trae nostalgias de aquellos tiempos mágicos.
Un abrazo.
Gracias amigo Luis, me alegro que te haya gustado. Lindos recuerdos de la infancia, magia, inocencia e ilusiones grandes. Un abrazo
La ilusión nunca debe perderse, aunque seamos mayores y en los niños menos aún. Craso error el de querer cortar emociones infantiles socialmente aceptadas, aunque puedan parecer fantasías,
Así es amigo Benito, nunca debe perderse la ilusión. Ver esa cara de felicidad en tus hijos o nietos es algo único. Un abrazo amigo
¡Que bello José! y totalmente de acuerdo en mantener la ilusión de los niños, que también es la nuestra. Abrazo.
Pus sí Marta, debemos mantener esa ilusión como padres porque disfrutamos de ella y servirá de cimientos para el día de mañana. Gracias por todo. Un abrazo
Hola José Carlos,
Es precioso tu artículo y muy entrañable.
Haces un gran regalo al recordarnos nuestra infancia.
Felices Reyes.
Un gran abrazo.
Gracias, querida amiga, me alegro que te guste. Ilusión, inocencia, infancia… lo vivimos y lo volvemos a vivir con nuestros hijos. Para que nunca dejemos de ser niños, para que sigamos teniendo ilusión. Un fuerte abrazo