De calabazas y tradiciones
Amén de los suspensos que podía cosechar algún alumno en clase, para mosqueo de sus padres, la única calabaza que había en mi casa era cuando mi madre la guisaba en un cocido sabroso, con garbanzos y su correspondiente “pringá”. Una vez en el plato, humeante y apetitosa, la ración era aderezada con un chorrito de vinagre. Un sabor único, de antaño, de cocina tradicional y de siempre, que huía de la comida rápida. Aún hoy me escapo para deleitarme, despacio, en esos placeres de la vida.
También, cuando la familia se afanaba en hacer la empanadilla, la pulpa caramelizada de la calabaza, comúnmente conocida como el cabello de ángel, se asomaba a mi hogar para endulzar las tardes de invierno. Recuerdos y tradiciones que perduran en mi memoria para regocijo del alma.
Tal día como hoy, 31 de octubre, vísperas de “Todos los santos”, nos asaltan millones de calabazas por la calle y en las ventanas, con risas grotescas, huecas, con luces en su interior, decoradas profusamente y dando paso a una fiesta importada con éxito: Halloween. Paseo absorto por las calles de mi ciudad y me asombro con la cantidad de adornos, implicaciones y disfraces que han terminado por arraigar una fiesta que no es nuestra, que no bebe de nuestras raíces.
En mi tierra camina el Tenorio
No me niego a esa simbiosis de la historia, a coger la mejor de cada casa y adaptarlo a nuestras costumbres pero, peligrosamente y de manera suicida, asistimos a la desaparición de nuestras tradiciones sin hacer nada. Acogemos las extranjeras y condenamos al ostracismo el legado de nuestros mayores.
En mi tierra, cuando llega noviembre, huele a buñuelos y a huesos de Santo, a castañas asadas, a boniato y empanadillas. Recordamos nuestros seres queridos y revivimos el Tenorio de Zorrilla, con la razón en el pecho y la mirada preñada de nostalgia. Tradiciones del otoño, de añoranzas y misterios, de alabanzas y sueños.
Seguro que en tu pueblo tienes tradiciones acordes con estas fechas, que se han transmitido a lo largo de generaciones. ¡Recuerdalas siempre! ¡Enseñalas a tus hijos! No dejes que caigan en desuso. No dejemos que otras calabazas invadan ese camino trazado, esa historia construida. Sumemos siempre y caminemos hacia adelante, revivamos la tradición y enseñemos lo bueno de cada fecha. Porque la calabaza, como más me gusta, es en el cocido de mi madre.
Hola José Carlos. Una buena reflexión, para estos días. Que razón tienes!! Un abrazo.
Gracias Mercedes, la verdad que sí. Me alegro que te guste. Un abrazo
¡Que razón tienes! Es precioso revivir esos momentos tan nuestros y no las tradiciones importadas.
Pues sí Laura, son importantes las tradiciones y transmitirlas. Lo que importamos de fuera se desvirtúa y nunca fue nuestro con el peligro que desplaza lo autóctono. Un abrazo
Estimado José Carlos, me encanta el «cabello de ángel» pero creo que este año no hay calabazas suficientes, pues la han adquirido para el sector político, en vez de para el sector de la repostería. Menos mal que en Huelva usamos la variedad llamada cidra, que no se usa para suspender, aunque creo que la han llamado para reserva, con esto de Cataluña.
Jajaja. Nunca mejor dicho Benito. Todas se le han llevado para ese sector. Gracias por el comentario amigo. Un abrazo
No me dio mucha gracia.
Mucgo menos guatarme…
Hola Carolina, ante todo no pretendía hacer gracias. Comprendo que no te guste pues para lo gusto los colores. Gracias por el comentario.
Es curioso porque no recordaba que el cabello de ángel que tantas bayonesas ha rellenado en mi infancia, provenía de la calabaza. Comparto tu opinión. Yo me muestro abierto a otras culturas sin recelo, el haber vivido un tiempo fuera de España, me ha permitido conocer otras costumbre, pero a la vez soy firme defensor de nuestras tradiciones. En efecto, día de Todos los Santos, de recuerdo a quiénes nos faltan, de los «huesos de santo» de esas castañas asadas, que nos calentaban las manos de niños, compradas en ese puestecito al lado del colegio de mi infancia. Hoy sin embargo, es dificil abstraerse de estas costumbres y más aún trasladarlas a los jóvenes. Entre una fiesta de halloween y ver una representación del Tenorio, tú y yo tenemos clara nuestra preferencia, pero los chicos de ahora también lo tienen clarísimo. Yo aplaudo el recuerdo a esas tradiciones, pero me da amigo, que cada vez somos menos.
Un abrazo José Carlos.
Pues sí amigo Carlos. Somos culpables de transmitir esas tradiciones con emoción. El otro día, cuando un grupo de chavales celebraban hallowen en mi pueblo, pude enterarme que se entretenía tirando huevos a los portales y rompiendo retrovisores de los coches ¿Es eso la fiesta? ¿Es esa la costumbre que queremos que prevalezca? Es muy triste. Los colegios biligues, las academias de inglés, los grandes almacenes y nuestra delación o buenismo, ha permitido todo esto. Olores que me trasladan a mi infancia, el recuerdo de nuestros seres queridos, esas castañas calentitas, esos buñuelos de mi abuela, los sonidos de la memoria y esos pasos andado. Procuraré transmitirlo aunque sea una quimera pues, como tú bien dices, cada vez somo menos. Un fuerte abrazo amigo
Cuánta razón hay en lo que escribes, pero mucho me temo que la batalla la hemos perdido y esa costumbre, de tal mal gusto importada, llegó para quedarse, tal vez porque es mas comercial ,tal vez porque somos un pueblo que tendemos a menospreciar nuestras costumbres o tal vez sea por la influencia que ejerce el cine americano en todo lo que nos rodea.
Es por todo María Dolores, es una mezcla de todo. Cine, comercio, colegios bilingües, academias de inglés… todo influye en este tsunami que nos arrastra llevándose tradiciones y recuerdos. Y es lo que tú dices: me teme que ya hemos perdido la batalla pues si padres de ahora disfrazan ahora a sus hijos, olvidándose de enseñar nuestra raices.. qué no harán aquellos. Por mi parte, intento poner mi grano de arena… aquellos años me gustaban más, aquel ambiente me gustaba más… Mis hijos, ya sea porque no les gusta disfrazarse o porque yo no he insistido no han celebrado jamás Halloween. Pero me siento com una atalaya perdida en territorio perdido… una causa que no progresará… en fin… yo me llevaré los recuerdos y procuraré transmitirlos a los míos… eso se llevan. Gracias por todo. Un abrazo