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Después de meditar la idea, de rechazar historias y de buscar a alguien que personificase la figura del voluntario, me di cuenta de que la tenía muy cerca, de que tan sólo tenía que alargar las manos para tocarla, para palpar la magia de sus actos y la energía de pasos temblorosos.
Hoy podría inventarme unas palabras bonitas sobre excelentes acciones y ejemplos. También podría relatar las buenas maneras de Paca, la madre de un amigo, que muy a menudo y con sus casi 80 años, se monta en el autobús y visita a los enfermos en los diferentes hospitales de la capital. Compañía, rezo, consuelo y entrega, dignas de una voluntaria anónima y veterana. Pero no, lo dejaremos para otra ocasión. Hoy, con la intención viva de despertar conciencias y de concretar mi participación en los II Premios al Voluntariado Universitario, será un honor contar la historia de Ana María, una campeona de la vida y una excelente voluntaria, que se echa sobre sus débiles hombros cualquier tarea digna de un titán solidario.



Con 37 años y graves deficiencias físicas, que arrastra desde su nacimiento, no ha visto ni verá obstáculo en su camino ni en el de los demás. La repentina y reciente ceguera de su ojo derecho, mermando así su maltrecha vista, no ha hecho sino reforzar su autoestima y, después de un lógico bache, ha resurgido, cual el ave Fénix, para esgrimir su bastón-guía en estandarte de la integración. Su corazón indestructible alimenta su ánimo fecundo y su alma indestructible.  Podría recrearme en su figura como símbolo de superación pero tan sólo quiero destacar su gran papel como VOLUNTARIA.

Ana María, aunque sin trabajo remunerado, con una capacidad extrema y una férrea voluntad, no esta quieta nunca y, ante todo, se destaca como presidenta de la Asociación paradense para la integración de personas con discapacidad «Entre Todos». No se detiene ante nada y ella misma se ha descubierto como una empresaria preparada y audaz, que busca la innovación, la actividad, el encuentro, la creación y la ayuda a los demás. Con orgullo, paciencia infinita y entrega desinteresada, hace de voluntaria sin descanso para ayudar a personas necesitadas, débiles o perdidas de su localidad. Trabaja por y para la gente a diario.

Erigida en paladín por la igualdad y la capacidad de TODOS, pacta encuentros en otras localidades y excursiones fructíferas, con la intención de despertar espíritus dormidos y eliminar barreras. No cesa en buscar la excelencia de la Asociación, en llegar y ayudar a  todas las personas posibles, en hacer actividades útiles como apoyo escolar, servicios de logopedia, regalos de boda, bautizo o comunión. Lo último y lo que me ha puesto la piel de gallina: Talleres por los colegios para concienciar a los niños (Circuito de los Sentidos), dónde se ha destapado como una gran conferenciante. TODO UN EJEMPLO DE ENTREGA, VOLUNTARIEDAD Y SOLIDARIDAD.

Incluso se puede permitir conducir su Programa de Radio «Hablemos Entre Todos«. Lo que empezó como un taller experimental, rodeada de sus más fieles y leales colaboradores,  le ha servido para descubrir que es capaz de cualquier cosa que se proponga y semanalmente, ya consolidado el espacio radiofónico, se la puede disfrutar con su desparpajo, ingenio y sonrisa solidaria, mientras intenta ayudar a sus paisanos.

Ana María, con sus gafas y su sombrero, rodeada de sus colaboradores radiofónicos

Una buena amistad me une a Ana María y hace poco le pregunté cómo se sentía ante tanta actividad desinteresada. Me dijo, con porte orgulloso y enérgico:

Me siento viva, grande en mi pequeñez y útil ante la adversidad. Me crezco cuando hago sonreír a un niño; y aunque apenas puedo ver sus rostros, si puedo sentir su cariñoso afecto.  Es un subidón enorme de energía.

Según le gusta decir: «No hace falta ser grande para empezar pero si empezar para ser grande». Esta frase la tiene grabada a fuego en su ánimo y no hay quien la detenga. SÓLO SE HA PROPUESTO SEGUIR ADELANTE, sea como sea, para seguir ofreciendo su ánimo, su espíritu ganador y su solidaridad más diáfana.

Menuda, rubia, quebradiza, de ojos nublados y débiles pero con el corazón de una leona y la perseverancia de un ejército espartano. Es de Paradas (Sevilla), solidaria por los cuatro costados y se llama Ana María Cobano Crespo. Una heroína de la vida y la voluntaria más tenaz, entregada y auténtica que conozco. Su altruismo es contagioso y ejemplar.

Espero que estas palabras, basadas en la historia de una mujer de carne y hueso, sirva para probar la belleza y la inmensidad del corazón, en este camino de solidaridad. El movimiento se demuestra andando ¡Vamos a ello!

Para saber más sobre los premios al voluntariado Universitario, puedes visitar esta web: http://www.premiosvoluntariado.com