En estas fechas señaladas, donde la vida se viste de añoranza, donde la amistad vive en el abrazo, donde la familia camina unida a pesar de las distancias, el detalle radica en la entrega, en el deseo y la alabanza, unión en las costuras del tiempo que palpita en lo más profundo del alma.
En estos días de anhelos, de alegría y de bonanza, esperamos la estrella en el cielo, esa aurora cuajada de templanza, aquella que guía nuestros pasos cuando la oscuridad nos alcanza. Pues solo nos queda su Luz, un mensaje para la alianza, el pálpito de Noche Buena que en Navidad se viste siempre de esperanza.
Un gesto, un guiño, una pausa y una mirada. Pues cuando el camino parece que termina, cuando la bondad se resquebraja, cuando el temporal arrecia y la sonrisa se enmascara, el Amor, siempre el Amor, cual proporción áurea, es el bálsamo que todo lo cura, los cimientos y la confianza, la salud y el sacrificio, la medida y la balanza, el amanecer del nuevo día, el sol que clarea la montaña, la emoción en el horizonte y el brillo en tu mirada.
Que el Niño de Dios, rey de los cielos, que vino al mundo como ejemplo de Amor, te bendiga y te colme de salud. Con mis mejores deseos. FELIZ NAVIDAD.