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Reflexiones íntimas, colaboraciones deseadas, camaradas del camino, reflejos del alma

Para mí es un orgullo traer a esta ventana repleta de sonrisas, como compañeros de camino y buhoneros del entusiasmo, a autores, escritores y creadores de la palabra, que contribuyen con sus escritos a poner un ramillete de ilusiones en las miradas de los caminantes. Aportaciones desinteresadas que llenarán espacios de esperanza, motivación e historias entrañable. Hoy le toca el turno a Jordi Cabré Carbó, un excelente redactor de cuentos y relatos, además de un gran poeta.

Con tres de sus mini cuentos, Jordi nos viene a traer estampas cotidianas repletas de luces, deseos y reveses. Óleos detallados de escenas compactas, llenas de emoción, sinceridad, sentimiento y encuentros íntimos, dónde es el camino el protagonista, sin distancia ni fin, con errores y personas, zancadillas y reencuentros. Despertar a nuevo amanecer, coger la mochila de los recuerdos y seguir caminando, con un mundo bajo tus pies.

No os perdáis estas joyas, estos retazos de literatura donde el alma está a flor de piel y la metáfora de la vida se hace patente.

ILUSIONES Y DESEOS

A cada instante, recuerdo su cara, sus ojos verdes, su aroma; enloquezco entonces y me quedo como en coma. Recuerdo también sus reproches, no entiendo los motivos ni las razones y muero sin ella por las noches. Siento en mi oreja la música de su voz, su rostro suave y caliente y por Dios que lo que preciso es empuje. Acabar de una vez con esa nostalgia que me hiere, me rompe el alma y me destruye. Abrir los ojos de nuevo y con los pies en el suelo. No sirve mirar siempre hacia el pasado que ni cambia, ni vuelve. Hay que vivir el presente, con lo que tienes, sin rechinar los dientes, con lo que la vida nos da y Dios nos ofrece.

Mientras intentaba centrarme en mi realidad, comprendí que había sufrido de amor, por culpa de mis ilusiones. Pude entender entonces, que esa mujer no me merecía, de hecho; jamás había existido. Si hubiera sido real, nunca me hubiera abandonado ni herido. Todo había sido una fantasía de mi cerebro que todo lo puede y que al permitírselo, de mi deseo había hecho una realidad inexistente e imaginaria.

Léa Dubedout

Léa Dubedout

                                   

EL DESPERTAR

Un día notó que algunos recuerdos regresaban a su mente, tras un gran sueño. Pensó que debían haber estado aletargados en algún lugar escondido de su cerebro. Sintió entonces cómo le subían por la garganta junto a una película y la hacían estremecer. El artista del film era él.

Los recuerdos del pasado que irrumpieron sin avisar a su presente, no los quiso apartar. Se dio cuenta que era un regalo de su sabiduría y madura consciencia.

Al cabo de unos días, tras depurar y filtrar, perdonarse y perdonar, se sintió con más paz y serenidad de la que nunca había disfrutado.

                                      

MALOS CAMINOS

Por segunda vez en lo que va de noche, llora. Es una mezcla de sentimientos por las decisiones mal tomadas. Ahora sabe el dolor y el sufrimiento que ha causado a familiares y amigos con su nefasto comportamiento. Pero no había duda que el mayor daño se le había hecho a sí mismo. No debía buscar escusas en sus malas acciones y mucho menos en las influencias de algunos conocidos. Si quería encontrar al máximo culpable, solo tenía que mirarse al espejo y lo encontraría, seguro.

No hizo caso de sus mayores y olvidó todas sus advertencias. Creyó que la vida le ofrecía solo risas, que los pájaros cantan y las nubes se levantan. Anduvo sin sospecharlo y sin tomar las debidas precauciones, por caminos equivocados donde le ofrecieron sonrisas falsas y dulces envenenados, que convirtieron su vida en una pesadilla. Los pájaros lo atacaron y las nubes le taparon el azul del cielo.

Entre salados lloros, recordó cómo, no sin pocos sufrimientos, consiguió salirse de aquel calvario al seguir las advertencias de andar por el camino de la verdad, la ética que le habían enseñado, que los demás caminitos eran empedrados y con ocultos barrancos.

No tuvo una tercera vez de lloros aquella noche, pues sin apenas ya lágrimas en sus ojos y con esos pensamientos, encontró el plácido sueño tantas noches deseado.

Ales Krivec

Ales Krivec