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Aventureros y Exploradores

Innumerables son los aventureros que cruzaron el atlántico para descubrir un nuevo continente, allá por el siglo XVI. Hazañas sin igual para poner un pie en hermosos parajes, divisar montañas o navegar por enormes ríos, dignos de alabanza. Aventuras y peligros, a partes iguales para escribir páginas de la historia.

Pero, al igual que unos se coronaban de gloria en alguna expedición, otros se topaban con la muerte más inesperada, con el desastre y la zozobra. ¿Cuántos barcos han sido tragados por el furioso mar? No olvidemos a Orellana, el descubridor del Amazonas, que en su ansia de seguir explorando, falleció en aquel rio, poniendo fin a su segunda expedición. O el mismo Elcano, el primero en dar la vuelta al mundo que, con ese espíritu henchido y la experiencia ganada, falleció en pleno Océano Pacífico, en la expedición de Loaisa para tomar posesión de las islas Molucas. Episodios heroicos y una suerte, a veces, esquiva.

Juan Díaz de Solís

Y con esa suerte se topo Juan Díaz de Solís, nuestro protagonista. Un suerte para darse de bruces contra la realidad, contra el abandono y la muerte. Pues bien, voy a aceptar la tesis de los que opinan que Juan Pedro Díaz de Solís nació en la localidad sevillana de Lebrija allá por el año de 1470, aunque algunos mantienen que era portugués, nacido en São Pedro de Solís – Alentejo (Portugal).

Hay constancia de la vecindad de Juan en Lepe (Huelva) pueblo marinero y que ha dado tantos buenos marinos por el año 1508. Allí se casó con Ana de Torres y tuvo un hijo al que llamaron Diego. Así que, no podía ser de otra manera, Juan apuntaba a marino.

Tiene contactos con Vicente Yáñez Pinzón en 1508, en la Junta de navegantes celebrada en Burgos. Allí también acudió Juan de la Cosa y Américo Vespucio. Esa junta decide lanzar una expedición para descubrir el paso hacia el Mar del sur y las Islas Molucas. Y Juan se embarca para intentar hacer historia. Navegaron por el mar Caribe, desde la costa venezolana hasta la nicaragüense. También bordearon la península del Yucatán y se adentraron el golfo de México, tomando contacto, por primera vez, con la civilización azteca.

La vuelta, en 1509, fue traumática para Juan. Una disputa entre Vicente Yáñez y él, hizo que terminara con sus huesos en la cárcel. Fue liberado en 1511, al estimarse que tenía razón en su disputa. Las piedras que nos encontramos en el camino.

Piloto Mayor de la Casa de la Contratación

Con posterioridad, habiéndose granjeado la amistad de Fernando “El Católico”, en febrero de 1512, fue nombrado Piloto Mayor de la Casa de la Contratación, en Sevilla, a la muerte de Américo Vespucio. También era patente su pericia y experiencia como marino.

Y por fin le vino su oportunidad, su momento para encontrar el éxito, para labrarse un futuro o grabar su nombre en la historia. El 14 de noviembre de 1514, Días de Solís, capituló con el Rey Fernando para que:

fuera con tres navios á espaldas de la tierra, donde ahora está Pedro Arias, mi capitán general gobernador de Castilla del Oro, y de allí adelante, ir descubriendo por las dichas espaldas de Castilla del oro mil setecientas leguas o más si pudiereis, contando desde la reya ó demarcación que vá por la punta de la dicha Castilla del oro adelante, de lo que no se ha descubierto hasta ahora, sin tocar en tierra de Portugal, debiendo salir en Setiembre de 1515, hacer el viaje en secreto como que no es de mandato real, y al llegar á espaldas de Castilla del oro, enviar un mensajero con cartas para hacer saber al rey, lo que descubriese y carta de la costa, y lo mismo á Pedrarias, y si halla camino ó abertura de Casilla del Oro á Cuba, avise esto inmediatamente”.

Capitulación de Solís en 1514

La expedición al Río de la Plata

La expedición tenía como misión encontrar el paso del Mar del Sur y Días de Solis, avezado y atrevido, estaba dispuesto a cruzar aquel mar hacia oriente, con sus tres carabelas, si llegara a descubrir el citado paso, para restar en el monopolio comercial que tenían los portugueses con aquella zona del mundo. Los lusos, enterados de los propósitos, intentaron torpedear la misión sin conseguirlo.

Al fin, una vez preparada la expedición en Lepe, junto con 70 marineros, Juan Díaz de Solís partió de Sanlúcar de Barrameda el 8 de octubre de 1515 con la intenciones muy clara y sin saber que sería su último viaje.

Una vez que llegan a las costa de Brasil, comienzan a navegar lentamente hacia el sur, atentos ante cualquier atisbo o señal de lo que pudiera ser un paso. Descubrieron la Bahía de Batitonga, con su puerto al que bautizó de San Francisco; después pasó por isla de Santa Catalina, bordeando la costa hasta que alcanzó, el 20 de enero de 1516, Punta del Este, donde tomó posesión de aquella tierra en nombre del rey de España y la llamó “Puerto de Nuestra Señora de la Candelaria”. A continuación se adentró en el Mar de Paraguay o Río de Solis. Solo mucho más tarde se conoció como Río de la Plata. 

Aquel río era una enorme extensión de agua dulce, configurada por la unión de dos ríos, el Paraná y el Uruguay. Díaz de Solís era el primer europeo en llegar allí y bautizó a la región como Paraguay, ya que los indígenas con los que contactó provenían del aquel inmenso río «pariente del mar». Y al confundirlo con un brazo de mar, con baja salinidad, se adentró en él gracia al bajo calado de sus carabelas. Y precisamente, aquella extensión de agua fue bautizada como “Mar Dulce” por el mismo Díaz de Solís,

La Muerte de Solís

Dentro del estuario, con una carabela, hizo escala en la isla Martín García, así bautizada porque tuvo que enterrar al despensero de ese nombre, que había fallecido a bordo. Al ver indígenas en la costa oriental, Díaz de Solís tomó la determinación de desembarcar para tomar contacto. Con él iban unos pocos hombres, entre ellos Pedro de Alarcón y Francisco Marquina. Pero fueron atacados y muertos sin que los tripulantes, que estaban siendo testigos de la matanza, pudieran hacer nada al respecto.

El resto de la tripulación, fondeada a tiro de piedra, dijeron que los cuerpos de sus compañeros habían sido desmembrados, asados y comidos, pero parece que no es muy creíble esta versión, precisamente por no acudir en auxilio, por no hacer nada al respecto, como así sostienen muchos autores. ¿Fueron realmente devorados? o, quizás, ¿hubo un motín, fue abandonado en tierra y se encubrió con aquel relato? Devorado o no, lo cierto es que Juan Díaz de Solís había muerto en el intento de buscar la gloria, por una tribu con la que quería mantener el contacto y entablar relaciones. Las circunstancias quedan en el aire, al capricho de la imaginación y presta a buscar nuevos relatos e invenciones.

Lo cierto es que, a partir de aquel incidente, los supervivientes de la expedición fallida, que habían perdido a su líder, regresaron inmediatamente al cabo de San Agustín y de allí retornaron a España el 4 de septiembre de 1516, cargados de palo Brasil. El mando de la expedición pasó a manos de Francisco de Torres, cuñado de Díaz de Solís.

Circunstancias y tropiezos de un camino arduo, de un mar embravecido y de senderos desconocidos. Juan Días de Solís, esperanzando en una expedición fructífera para abrir el comercio, atrevido, valeroso y experimentado, murió a manos de los indígenas en el estuario del Río de la Plata, que fue conocido en España como Río de Solís.