Las gotas salpicando quedamente,
en el transparente marco de tus ojos,
que retratan tu tibia presencia,
al cobijo de aquel antojo;
de una lumbre en el cristal,
de un corazón en manojos,
dibujado en el vaho eterno,
con mi índice y un sonrojo.
Lluvia en la tarde aplomada,
añoranza de tiempos rotos,
lágrimas desperdigadas,
por el espejo de tu rostro.
Y en la mirada infinita,
perenne reflejo de tu aplomo,
se moja eterna la vida,
y por allí yo, sin querer, me asomo.
SIEMPRE HE ADMIRADO A LOS POETAS, QUE, AUN REMOVIENDO EL FANGO,DE SU PESTILENCIA EXTRAEN LA FLOR MÁS DELICADA, TERSA Y PERFUMADA… LO FELICITO , MI HERMANO. ABRAZOS. MANUEL.
Muchas gracias Manuel por tus palabras, son momentos de creatividad, de melancolia. Y es verdad lo que dices, de la peor situación, del lodo mismo, se puede sacar belleza. Un abrazo
Hola José Carlos,
Un poema muy bonito.
Cuidate mucho y un fuerte abrazo.
Gracias amiga. Nunca olvido esa faceta. Me alegro que te guste. Un abrazo fuerte. Y cuídate mucho