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Siempre ilusionados

Por estas fechas la ilusón llama a nuestras puertas para pintar en el cielo sonrisas infantiles y anhelos recubiertos de papel de plata. Mágica luz que brota del corazón para vestir el año de color.

«Ya vienen los Reyes Magos» reza el villancico y es cierto, ya vienen, ya se acercan, por la esquina, por la vereda, por el camino, por la cancela. Y regresan cada año para recordarnos el regalo más grande que poseemos y que, muchas veces, malgastamos: Nuestra vida. Con sus idas y venidas, altibajos y bienes. Todo está marcado y debemos hacer por vivir, por disfrutar los máximo, siempre con positividad, sacando el lado positivo de nuestra representación.

Esa ilusión que debemos rescatar, traer, cuidar y regalar, debe ser lo más positiva posible, tratando por todos los medios que perdure todo el año, que florezca y eche raices. De nada sirve que todo quede en intención y la madrugada del 6 de enero quede en el olvido.

Siempre ilusión, siempre ilusionados, entusiasmados, viviendo la vida y siempre en positivo, aunque os regalen estiércol, aunque os traigan piedras, aunque os dejen silencio. Aquí os dejo esta pequeña fábula que espero os guste.

¡Feliz año nuevo y que los Reyes Magos os colmen de bien, paz y amor!

Los dos hermanos

“Había una vez una familia que tenía dos hijos. Uno era un niño pesimista y desagradecido, de aquellos niños que siempre lo ven todo mal, que siempre quieren lo que tiene el otro y que nunca se conforman con nada. Por ello los padres lo mimaban más de la cuenta y le daban todos los caprichos posibles. 

El otro hijo, en cambio, era la demostración del optimismo, siempre estaba contento y encontraba el lado positivo de cualquier situación de su vida. Era tan optimista y feliz que los padres habían empezado a cogerle manía. No lo trataban de forma igualitaria.

El día de Reyes se levantaron los dos niños y salieron corriendo de su habitación para ver que le habían traído sus Majestades aquella mágica noche. Mientras al niño pesimista y malcriado, los Reyes le dejaron bajo el árbol decenas de juguetes y regalos, al optimista los padres le habían dejado en medio del comedor un montón de estiércol de caballo.

Al salir de la habitación, los padres se encontraron con que el hijo pesimista tenía una cara de tristeza y enfado enorme, mientras que optimista corría como un loco por toda la casa con una sonrisa que le iluminaba la cara y que le hacía que los ojos le brillasen de la ilusión que sentía.

Los padres preguntaron al pesimista que le habían traído los Reyes y éste, enfadado, solo dijo:

  • Vaya rollo, sólo me han traído una Play Station, un balón de fútbol, una bicicleta, un scalextric… No me gusta nada de lo que me han traído.

Mientras tanto, el niño optimista, feliz y dichoso, corría de un lado para el otro, cada vez más contento.

En una de esas carreras impetuosas, llenas de ilusión, los padres consiguieron pararlo y, extrañados, le preguntaron:

  • Oye, ¿y a ti que te han traído?

El pequeño, con lágrimas de emoción en sus inocentes ojos y una enorme sonrisa en su rostro, se dirigió a sus padres y les dijo:

– ¡¡Papá, mamá, me han traído un caballo y lo estoy buscando porque aquí está el estiércol!!”