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La comunicación

En el siglo XVI, cuando llegabas a una tierra extraña, por explorar, la comunicación era fundamental para encontrar el camino adecuado, evitar guerras o hacer la paz. Un lenguaje que uniera pueblos y corroborara alianzas duraderas, fundamentales para ganar una guerra, para conquistar un territorio. Así, precisamente, pensaba Hernán Cortés. Y así actuó.

De todos es sabido la ayuda que fue obteniendo el conquistador extremeño, en su lucha contra los aztecas. Por un lado los pueblos autóctonos, hartos de la barbarie de los mexicas, que se unieron al extranjero para derrocar a los tiranos (eran mayoría); así como la Malinche (Malintzin o Doña Marina), mujer náhuatl, intérprete y amante de Cortés, que jugó un papel importante en aquella empresa.

Jerónimo de Aguilar, el náufrago

Pero también, por el lado español y como sorpresa, obtuvo la ayuda de Jerónimo de Aguilar, un naufrago español, que estaba conviviendo con los mayas y se unió a Cortés en su labor conquistadora. Su misión, junto con Malinche fue crucial pues Jerónimo traducía del español al maya y Doña Marina traducía del maya al náhuatl.

Pero, ¿qué hacía Jerónimo de Aguilar conviviendo con los mayas? Resulta que nuestro protagonista nació en Sevilla en 1489. Algunos dicen que era fraile, otros que diácono, pero lo cierto y verdad que se embarcó hacia el Nuevo Mundo con la misión evangelizadora en sus venas.

Al poco de establecerse los españoles en las islas caribeñas, Vasco Núñez de Balboa encabezó una expedición en 1510. De aquella expedición surgió la fundación la primera ciudad en tierra firme (Santa María de la Antigua del Darién) y el descubrimiento del Mar del Sur (Océano Pacífico). ¿Y quién iba en esa expedición tan significativa? Gonzalo Guerrero y Jerónimo de Aguilar. Del primero hablaré en otro artículo, hoy este artículo se lo dedicaré a Gerónimo.

Conviviendo con los mayas

Al concluir aquella expedición, Núñez de Balboa mando una avanzada a Cuba, dando las buenas nuevas. La embarcación iba capitaneada por Juan de Valdivia y se hizo a la mar el 15 de agosto de 1511. En ella iba Jerónimo de Aguilar. Pero una gran tormenta vino a truncar los planes de aquel barco, que naufragó irremediablemente, frente a la isla de Jamaica. Solo 20 expedicionarios, 18 hombres y dos mujeres, lograron subir a un batel, de manera desesperada.

Con gran penuria, hambre y sed, solo 8 supervivientes pudieron llegar a la costa de Yucatán, donde tienen contacto con la tribu de los Cocomes, que se mostró bastante agresiva. Con el capitán Valdivia al frente, intentando defenderse e las agresiones, poco a poco, fueron perdiendo fuelle. Y al final, de aquellos ocho náufragos, después de los ataques de los indígenas, solo sobrevivieron, de milagro, Gonzalo Guerrero y Jerónimo Aguilar. Este último, una vez unido a Cortés, relato los acontecimientos y lo recoge a la perfección Francisco Cervantes de Salazar en su Crónica de la Nueva España, libro I, Cap. XXII. 

Pocos años más tardes, en 1519, cuando Hernán Cortés, al mando de una expedición, desembarcó en Cozumel, se enteró de la existencia de náufragos españoles que habían formado parte de expediciones anteriores y que ahora vivían con los mayas. Diego López de Cogolludo, en su obra “Historia de Yucatán” (Madrid 1688) lo narra así:

«Con el buen tratamiento del general Hernando Cortés, con no hacer los españoles daño alguno á los indios, se acabaron de asegurar todos los de la Isla, y traían buena provision de bastimentos para el ejército. (…) Desta familiar comunicación con los indios, dice el cronista Herrera, resultó que algunos dieron á entender que cerca de aquella Isla en Tierra firme de Yucatán, había hombres semejantes á los españoles con barbas, y que no eran naturales deste reino, con que tuvo ocasión Hernando Cortés de buscarlos.

Traductor de Cortés

Bernal Díaz del Castillo, cronista de la Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, también lo cuenta, así como que Cortés mandó carta a los náufragos para buscarlos, para que se unieran a sus huestes. Y para ello envió navío y soldados, con las órdenes de aguardar durante varios días la llegada de estos españoles. Con buenas palabras, el conquistador extremeño los acogía y les daba la bienvenida. 

Jerónimo de Aguilar, de forma prudente, ante la visión de la carta, pidió licencia a su amo, el cual se la dio, solicitando que le acompañasen hombres de la tribu para entablar amistad con los españoles. Estaba ansioso por volver, por reintegrarse a pesar de los años con los mayas. En cambio, Gonzalo Guerrero, declinó aquella invitación y prefirió quedarse con su tribu de acogida. Historia que bien merece otro artículo.

Y así, Jerónimo de Aguilar se unió a las tropas de Cortés y partió con ellas a la conquista del imperio Mexica realizando una labor fundamental: Traductor e intérprete, pues se pudieron comunicar con los mayas y con los mexicas mediante la triangulación anteriormente descrita.

Por los méritos adquiridos durante la conquista recibió en encomienda los pueblos de Molango, Xochicoatlán y Malilla. Tuvo una hija, llamada Luisa de Aguilar, de su unión con una nativa de Tlaxcala. Murió en 1531 cerca del río Panuco.