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La historia de España

La historia de España, como siempre digo, está llena de grandes protagonistas, hechos y hazañas. Personajes que dejaron huella, héroes y también heroínas, incluso otros que fueron crueles y malvados, como han existido en todos las épocas y en todas las civilizaciones.

La llegada de los españoles al Nuevo Mundo marcó un antes y un después. Un intercambio cultural increíble, un mestizaje y una mezcla contante: El desarrollo de ciudades, la fundación de otras, la imprenta para perpetuar las lenguas autóctonas, la llegada del caballo o las ovejas o, al revés, la venida a Europa de productos como el tomate o la patata. Toda una aventura, una globalización que conectó los mundos, que permutó lazos y cimientos. Ahí están todas las ciudades patrimonio de la humanidad en Hispanoamérica., ahí están las huellas.

Hernán Cortés, María Estrada, Pizarro, Isabel la Católica, Ana de Ayala, Cabeza de Vaca, Coronado, Núñez de Balboa, Isabel Barreto, Elcano, Catalina de Bustamante, Urdaneta, Ponce de León, Menéndez de Avilés, Isabel Rodríguez y cientos de personajes que hicieron época, que marcaron un camino, que dejaron su impronta y jamás se olvidarán. Pero también hubo hechos paranormales, dignos de estudios.

Hecho paranormales

Sí, hechos fuera de lo común y que tuvieron que ver con la evangelización de Nueva España, concretamente en la actual Nuevo México. Y todo surge cuando, a mediados del siglo XVII, una serie de monjes franciscanos reciben las peticiones de bautismos de varios grupos distintos de indígenas, a lo largo de un extenso territorio del suroeste de los EEUU.

Extrañados empezaron a investigar aquellos hechos pues decían que querían bautizarse porque se los había mandado una dama azul. Cuestión fuera de lo común pues eran grupos de indígenas en diferentes zonas, muy alejadas entre sí. De aquella manera, el monje franciscano portugués, Alonso de Benavides, empezó a recabar testimonios. Aquella investigación, después de numerosos datos, llegó a España desde donde se mandaron a pintar diferentes retratos de monjas.

Llevados los retratos a Nueva España, se mostraron a los indígenas por separados, para no crear precedentes ni sugestionar a ninguno. Cada uno de los testigos, sin dudarlo, señaló a Sor María Jesús de Ágreda como “aquella mujer joven y hermosa vestida de azul”. Aquello no cuadraba mucho pues Sor María nació y murió en su pueblo, Ágreda, y jamás salió del convento en el que ingresó con 16 años.

Sor María Jesús de Ágreda

Firma de Sor María Jesús de Ágreda

Don de la bilocación

La investigación prosiguió y la inquisición investigó el caso, interrogando a la religiosa que, bajo juramento relató que en varias ocasiones era llevada por ángeles a tierras que desconocía a predicar la palabra de Jesús, con la intención de evangelizar. Toda una experiencia, un don de la bilocación para viajar hasta el Nuevo mundo y hablarle de Dios a los indígenas.

Al final de la dura investigación no se pudo determinar nada fuera de lo normal o, por lo menos, ajeno a los cánones que mandaba la iglesia. Lo cierto y verdad es que fueron muchos los testigos que afirmaron ver una dama de azul que les recomendaba buscar el bautizo y que les hablaba de la palabra de Cristo. Una experiencia mística, un viaje interior y exterior digno de estudio y difusión.

Así, con aquella fama de visionaria y milagrosa, Sor María Jesús hizo amistad con el mismo rey Felipe IV, llegando a convertirse en consejera, por las cartas que se conservan y que se mandaban mutuamente. No debemos olvidar, que jamás salió de su convento. Incluso se dice que le aconsejó firmar la paz de Westfalia (1648) y de los Pirineos (1659).

Sor María Jesús de Ágreda, una monja que podía estar en dos sitios a la vez, según cuentan los cronistas de la época o, dicho de otra manera, con el don de la bilocación. Y de aquella manera pudo evangelizar a poblaciones de Nuevo México, Texas y grandes territorios del suroeste americano.

Aún hoy se puede ver su cuerpo incorrupto que permanece en el convento del que nunca salió. Una historia para creer o no, pero los testimonios y crónicas de la época recogen la aparición de una dama de azul que predicaba sobre Jesucristo.