Seleccionar página

La Victoria de Nördlingen

El 6 de septiembre de 1634, en la pequeña ciudad de Nördlingen, al sur de Alemania, se enfrentaron dos ejércitos poderosos, con dos formas de luchar diferente. De un lado el bando hispano-imperial, conformando la alianza católica, donde los Tercios españoles eran la mejor baza. De otro, en el bando protestante, el poderoso e imbatible ejército sueco, que había revolucionado y modernizado el arte de la guerra.

Con el arrojo propio de los soldados españoles, curtidos en mil batallas, palmo a palmo, aguantando la posición y apretando los dientes, los tercios dieron lecciones marciales a aquel formidable ejército sueco. Todos los ingredientes necesarios para entrar en liza, para ser recordado en la gloria o morir en el intento.

Y con las picas clavadas en el suelo, con los mosqueteros en línea disparando fuego a discreción, con la cruz de borgoña enarbolada en los estandartes y con la pericia característica que da la veranaría, los soldados españoles aguantaron con firmeza el empuje de los suecos, que se creían superiores. Un envite de sangre y pólvora, de sudor y tierra. Y allí, después de horas de combates, acabaron imponiéndose al invencible, logrando una sonada victoria en el marco de aquella cruenta guerra europea de los 30 años.

Batalla de Nördlingen

La batalla de Nórdlingen, atribuido a Peter Snayers

La guerra de los 30 años

La guerra de los 30 años fue un enfrentamiento bélico duro, cruento y largo que provocó enormes pérdidas humanas y esquilmó las tierras. Empezó como un conflicto religioso y, poco a poco, fueron tomando partido otros reinos para extender la guerra y abrir la puerta a un domino territorial de Europa. Al final, los movimientos políticos hicieron acto de presencia en el campo de operaciones.

Los contendientes eran, por un lado, los de religión católica: el Sacro Imperio Romano Germánico, España y la Liga Católica Alemana. Por otro, los de religión protestante: Bohemia, Unión Evangélica, Dinamarca, Suecia, Países Bajos, Transilvania y Francia. Sí, la Francia católica. ¿Os acordáis del famoso Cardenal Richelieu, primer ministro del rey francés Luis XIII? Sí, cierto, el enemigo de los tres mosqueteros, un estratega político que buscaba debilitar a los imperios dominantes en Europa, sin importar la religión. De ahí que, desde este punto, la política tomó protagonismo.

Esta guerra, después de 30 años, terminó con la Paz de Westfalia, en 1648, y el estado más afectado, el imperio que más perdió, fue, lógicamente, el Sacro Imperio pues perdió más del 30 % de su población. Pero, ¿Cómo dio comienzo esta guerra? ¿Qué motivó esta guerra?

Rivalidades religiosas

Resulta que, la Paz de Augsburgo, firmada en 1555 entre el emperador Carlos V y los príncipes alemanes, había tratado de ponerle fin a las rivalidades religiosas, entre católicos y protestantes. Pero, sin embargo, a principios del siglo XVII, las tensiones religiosas se incrementaron y derivaron en la creación de dos alianzas enfrentadas: la Unión Evangélica (1608), que era una coalición de Estados alemanes luteranos y calvinistas, y la Liga Católica Alemana (1609), que agrupaba a los príncipes católicos.

En aquel clima de tensión se encontraban los reinos europeos, a pesar de la supuesta libertad religiosa, cuando se dio la defenestración de Praga. Resulta que los líderes y hasta el propio rey eran católicos, y aun siendo minoría, dictaban las normas. Y ante la orden de cerrar una iglesia protestante y de derrumbar otra, más de 100 nobles no católicos marcharon sobre el castillo de Praga con la intención de dar un escarmiento a los dirigentes de la ciudad.

Y cuando llegaron al castillo, a los tres gobernadores que había, los arrojaron por las ventanas, para intentar darles muertes sin llenar de sangre las estancias oficiales. Pero la fortuna estuvo al lado de aquellos gobernadores católicos, que fueron a caer en un motón de estiércol y se salvaron. Aquel hecho, aquella defenestración, fue el detonante de una sangrienta contienda en Europa. No había punto de retorno y se había pasado el Rubicón.

Los Tercios por Europa

España, al lado del Sacro Imperio, para no perder protagonismo en la escena europea, y con el Conde-Duque de Olivares, mandó a sus afamados tercios a la contienda y dejaron su impronta como en la famosa Batalla de Nördlingen. Con la defenestración de Praga, se dio comienzo a una nueva era. Batallas, Tercios, ejércitos más modernos, revolución militar reyes, victorias, muertes y una paz necesaria que cambiaría el panorama político de la época. Otro episodio más en la historia donde España participó de manera épica y sonada.

Batalla de Nördlingen

Tercios Viejos. Batalla de Nördlingen