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3 siglos de hazañas y aventuras

Casi tres siglos estuvo España dominando los mares, trazando rumbos ignotos, sorteando temporales, abriendo caminos, dibujando mapas y rutas, oteando horizontes agrestes y explorando los confines de la tierra. Aventureros, excelentes navegantes y hazañas que tachonan el libro de bitácora de los tiempos, donde la fortuna era la derrota seguida.

Y así encontramos señales inequívocas por todo el mundo de aquella gesta, desde cañones españoles cerca de Australia a galeones hundidos un aguas lejanas, pasando por viajes apasionante rodeando el orbe terrestre. Población con rasgos europeos, asentamientos españoles y náufragos de anteriores expediciones. Huellas errantes que fueron horadando la historia de un reino, para gloria de aquellos primeros exploradores.

Hechos que bien merecen libros o películas por lo que tienen de odisea y aventura, como es el caso de nuestro protagonista: Pedro Serrano, marino español que logró sobrevivir 8 años en un banco de arena del caribe, al más puro estilo Tom Hanks en “Náufrago”. Una auténtica proeza que fue inspiración, como ahora veremos, para el escritor inglés Daniel Defoe.

Pedro Serrano, el capitán que sobrevivió

Pero, ¿qué ocurrió con Pedro Serrano? En 1526, en plena carrera por descubrir nuevas tierras, fundar ciudades y puertos, el patache que capitaneaba sufrió un fuerte temporal cuando navegaba desde La Habana a Cartagena de Indias. La embarcación se hundió y pereció toda la tripulación, a excepción de Pedro Serrano que logró llegar a un banco de arena en el que apenas había vegetación y en el que no había agua corriente. Un infierno en ciernes.

A pesar de que estaba todo en su contra, de que las posibilidades de sobrevivir eran mínimas, Pedro no se rindió y empezó a luchar por su vida, por su supervivencia. Aquí comenzó una auténtica aventura. Cazó pájaros y pescó peces para alimentarse, aprovechó los restos del naufragio para fabricar herramientas y armas rudimentarias, así como un depósito para recoger el agua de lluvia.; usó los caparazones de los moluscos para recoger también el líquido elemento y, mientras que no había agua, bebía sangre de tortuga a menudo como suplemento. Imaginación y astucia ante todo.

Cuando ya llevaba tres años en aquel inhóspito paraje, que no estaba, siquiera, en las cartas de navegación, llegó otro náufrago. Ambos, ayudándose mutuamente para sobrevivir, quedaron en la más completa soledad, abandonados y olvidados, por un periodo de otros 5 años más.

Supervivencia y esperanza

Durante aquel periplo, los dos náufragos, con la misión de procurarse un refugio en aquel lugar desprovisto de todo, construyeron una pequeña torre a base de rocas, conchas y corales. Un parapeto, un lugar para descansar y refugiarse de las inclemencias y un faro para encender, de vez en cuando, fuego con restos de diferentes naufragios que llegaban por aquellos parajes. Nunca perdían la esperanza de ser rescatados, nunca perdieron las fuerzas ni se dieron por vencidos. Superación y supervivencia en estado máximo.

Cierto día, allá por el año 1534, un galeón que se dirigía a la Habana, desde Cartagena de Indias, divisó las señales de humo que provenían de aquel banco de arena. Extrañados enviaron un bote y rescataron a aquellos dos valientes náufragos, que habían sobrevivido tantos años en aquel lugar.

Por desgracia, el compañero de Pedro Serrano, falleció al poco de embarcar, seguramente por la debilidad o por caer enfermo. En cambio, nuestro protagonista consiguió regresar a España y comenzar de nuevo, consiguiendo caudales y fama, ya que toda Europa se hizo eco de sus peripecias y él, además, realizó muchos viajes narrando las mismas.

Relato de una vida

Antes de fallecer dejó constancia de todo, de sus penurias, de sus fatigas, de sus logros y angustia. Todo en compañía de aquel náufrago que tuvo la mala fortuna de no llegar a tierra firme. Ese relato de Pedro, el capitán náufrago, se encuentra en el Archivo General de Indias de Sevilla.

Muchos años después, en 1990, llevados, quizás, por los rumores de un tesoro, visitaron Banco Serrana (llamado así en honor de nuestro protagonista) unos aventureros. Allí, según dicen, encontraron restos de los utensilios que utilizó para sobrevivir y también localizaron la torre-refugio que construyó junto a su compañero de fatigas. Un lugar inhóspito que, prácticamente, permaneció inalterado para dar fe de que allí permaneció Pedro durante 8 largos años.

Esta historia trepidante e increíble, este relato de superación, fortaleza y supervivencia, es recogida por el Inca Garcilaso de la Vega en su libro “Comentarios Reales de los Incas”, en 1609. Y también Emilio Salgari, el insigne escritor de novelas de aventura, menciona las peripecias de Pedro Serrano en su obra “La capitana del Yucatán”.

El verdadero Robinson Crusoe

Pero fue el escritor inglés Daniel Dafoe quien realmente sacó partido de este hecho para escribir su magna obra: “Las Aventuras de Robinson Crusoe”, que fue terminada en 1719. Pero ¿cómo fue posible? ¿tanta trascendencia tuvo la hazaña de Pedro Serrano? Resulta que Daniel, por sus negocios y transacciones comerciales, viajó mucho por España y Francia, visitando el Caribe y conociendo la historia. Allí tuvo constancia del famoso náufrago, se quedó prendado de aquella aventura sin igual y empezó a pergeñar su libro.

Pues sí, ya lo saben, el libro de Robinson Crusoe está basado, fundamentalmente, en las peripecias del capitán español Pedro Serrano, pero también en la vida de otro náufrago: Alexandre Selkirk, que vivió 4 años en el archipiélago de Juan Fernández.

Y como este ejemplo, hay muchos y protagonizados por españoles, a lo largo de su magna historia, que han sido rescatados por otros autores anglosajones para realizar sus obras, con los nombres cambiados, y anclarlas para siempre en el recuerdo, para que nunca se olviden. Yo procuraré contar estas historias con sus verdaderos protagonistas, como Pedro Serrano, el verdadero Robinson Crusoe.

Para saber más sobre Pedro Serrano, os dejo unos enlaces:

Artículo sobre Pedro Serrano – Periódico El Español

Descagable en pdf sobre Pedro Serrano