Dificultades sobrevenidas y desigualdades que adornan el paisaje, hacen que surjan esas piedras que te impiden progresar adecuadamente. O las sorteas o te quedas quieto viendo como transcurre tu suerte.
Tropiezos desde la cuna, piedras en los bolsillos.
En la vida nos encontramos con muchas situaciones difíciles, encuentros desafortunados, ásperas piedras, inesperadas caídas y tropiezos varios que provocan heridas en el corazón y muescas en el mango de nuestro bastón. Pero nadie dijo que esto fuese fácil.Demasiadas zancadillas, frecuentes miradas de hielo que tachonan tu andadura y riegan de frustración las jornadas de tu camino.
Desde siempre el ser humano, unos más que otros, ha ido haciendo camino, superando pruebas, venciendo dificultades y coleccionando piedras. Y es así porque está en nuestra naturaleza, el sobrevivir desde que nacemos; desde que ponemos un pie en este mundo nos vamos encontrando obstáculos que vencer.
Venimos a la vida desprotegidos totalmente, desnudos ante lo desconocido e indefensos. Vamos creciendo, gracias a la protección de nuestros padres, jugando con nuestra inocencia y disfrutando del placer de ser niños, ajenos a lo negativo. Pero un día, tarde o temprano, llega la primera piedra que rompe con todo lo conocido y quiebra nuestros pensamientos.
[bctt tweet=»Desde que nacemos empezamos a sortear obstáculos, a sobrevivir»]
Perseverancia ante los retos del camino
Sales de la burbuja a fuerza de golpes y caídas, mostrando tus garras y levantándote siempre, como otros lo hicieron antes que tu. Aprender a caminar o montar en bicicleta fue un juego de niños comparado con la cruda realidad. Pero sacas a pasear la perseverancia y aprietas los dientes.
Efectivamente, las almas se van curtiendo por los reveses del destino, indolente compañero de viaje que, cuando menos te lo esperas, te recuerda que eres un pasajero más, sin privilegios. Hace tiempo que perdiste esa imaginación pueril y sólo te queda remangarte, afrontar los hechos y subirte al carro de tus vivencias.
Y cuando eres consciente de dónde estás, observas la distancia salvada, las piedras superadas, los baches y las caídas curadas. ¡Son muchas!. Sí, a veces demasiadas para alguien como tú, te dices cuando el cansancio te vence. Pero no queda más remedio que continuar.
Y todo el mundo tiene piedras, unos más que otros. Desde siempre, incluso en la antigüedad, personas que quisieron prosperar o conseguir algún propósito tuvieron que luchar lo indecible para salir del ostracismo. Siempre había alguien que podía tenerlo más fácil.
[bctt tweet=»Nada es fácil en esta vida, siempre habrá piedras que entorpezcan tu progreso»]
No existe el fracaso, siempre que te levantes
Colón, Elcano, Blas de Lezo, Edison, Einstein, Ford, Maríe Curie y muchas personas más nunca cejaron en su intento de conseguir aquello que buscaban o anhelaban. Lucharon por sus proyectos y vencieron dificultades para conseguirlo. Fueron muchas las piedras que encontraron.
En la actualidad podemos ver situaciones dispares de personas que lo han tenido más fácil, que le han limpiado el camino, borrando del mapa muchos obstáculos. Es así y siempre lo ha sido. Pero no por eso, el ser humano se sienta a esperar ni está a salvo de piedras. Cuando menos te lo esperas, aparecen: Enfermedad, accidente, envidias, fracaso, despido, malos compañeros y pésimas decisiones.
Por eso nadie está exento de saberse en este mundo, de ser peregrino de un sendero árido, por muy limpio que haya estado. Así que sólo queda caminar, aunque sea a paso de tortuga, con decisión y sin mirar atrás; y cuando se presente la piedra, sólo entonces, pensaremos en la manera de sortearla: destruyéndola, saltándola o dando un rodeo.
Como decía Edison: “No fracasé, sólo descubrí 999 maneras de cómo no hacer una bombilla”. Intenta, persigue, persiste, camina, descubre, pon todo tu empeño y tu alma. No fracasarás, no trabajarás en balde pues siempre aprenderás a levantarte.
Una vez leí una frase que me llamó mucho la atención. “Cuanta más piedras encuentre en mi camino, más grande construiré mi castillo”. Refleja el coraje, la paciencia y la constancia de un caminante nato que nada lo vence, por mucho enfado que sienta al contemplar lo que le rodea. Tiene determinación y valentía de librarse de las piedras del camino.
Reflexiones que comparto, querido José Carlos y que me hacen recordar algunas de las piedras que hubo que superar en el pasado y prever aquellas que aún quedan por sortear pues, como bien dices, será parte de nuestra vida hasta el suspiro final.
Levantarse y caerse, avanzar siempre hacia el objetivo prefijado, es el condimento esencial que necesita el ser humano para sobrevivir y no quedar descolgado. Así es la vida y no debemos relajarnos.
Gracias Benito por tus palabras. Siempre hay piedras en nuestro camino, obstáculos y pozos oscuros. La vida es así y la montaña es dura. Las cosas pequeñas son las que hacen grande al camino. Y claro que está permitido caerse mientras que nos levantemos. Un fuerte abrazo y feliz semana
No queda mas remedio que aprender a ser como el agua para sortear tanta piedra y alcanzar tu objetivo.
Pues sí amigo, adaptarte y seguir. Las piedras vendrán solas a tu camino y no tenemos más remedio que sortearlas. El mundo sigue de igual forma. Un cordial saludo y mucha suerte
Siempre me ha creado cierta intriga, el hecho de que algunas personas tengan una vida «simple» (O digamos con pocas piedras que sortear), mientras que para otras no existe pausa y las piedras en el camino nunca terminan.
Así es Mirian. Todos, más grande o más pequeñas, tenemos piedras en el camino, casi desde que nacemos. Y la vida continua. A veces, para algunas personas, puede resultar más fácil o el sendero algo más llano (algo) pero sin avisar llega el temporal y debes determinar seguir o vencerte. Gracias por tus palabras. Un cordial saludo
Siempre me decían, que esta vida no es un camino de rosas, precisamente, hay que perseverar.
Totalmente de acuerdo. La perseverancia marca el camino ya que el mundo sigue girando. Esfuerzo y continuar caminando. Gracias por tus comentarios Lourdes. Un cordial saludo y feliz día
He tropezado tantas veces que si no tropiezo no disfruto de la recompensa. Supongo que soy masoca.
Hola Noemí, a mi me pasa igual. He tropezado muchas veces y otras tantas me he levantado. Entusiasmo no me falta y como se suele decir, una gota de agua llega a erosionar la piedra. Gracias por todo. Besos