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Plaga de muerte y destrucción

Piratas, corsarios, abordajes y barcos que entrechocan a muerte para lanzarse por el botín anhelado. Saqueos continuos y el terror de las poblaciones costeras ante el avistamiento de naves enemigas, funestas sombras de la muerte que amenazan la esperanza y ablanda el coraje. Valentía en alta mar para atajar el problema y marinos de raza que se enfrentan con el peligro latente. Un tiempo de navegar y luchar, de defender a la patria y vencer a toda costa.

Y hubo un tiempo en que los piratas fueron temidos por el Imperio Español pues hacían de las suyas por el Mediterráneo, saqueando, asesinando y destruyendo todo lo que se ponía en su camino. Una plaga terrible que asoló la costa este de España, durante los siglos XVI y XVII. Rapidez y sorpresa, letal golpe de efecto que causaba pavor y miles de esclavos, sobre todo mujeres, que caían bajo las garras de aquellos corsarios berberiscos. Horda de feroces ladrones que, según las crónicas, llegaron a capturar más de un millón y medio de esclavos, que se dice pronto.

No se sabía nunca de dónde salían, de dónde venían. Mención especial merece la República independiente de Salé, en la costa marroquí atlántica, configurada por moriscos expulsados de España y que tenían especial inquina. Refugios en Argel, Orán, Bujía… Rapiña y golpes de efecto de huestes profesionales para sembrar el caos y el espanto. Miles de embarcaciones cristianas sucumbieron ante aquella sombra alargada.

Los hermanos Barbarroja

El mar convertido en un infierno, la incertidumbre en el horizonte y la muerte por bandera. El mercado de esclavos musulmán se llenaban de nuevas adquisiciones, los hombres fuertes pasaba a engrosar las galeras como galeotes y el suicidio, ante el panorama desalentador y la perdida de toda esperanza, se contemplaba entre las opciones menos mala. Incluso media Europa, la bañada por el Mar Mediterráneo, estaba sumida en el terror más absoluto ante la impunidad de aquellos corsarios. Y los más famosos fueron los hermanos Barbarroja, llamados así por el color de su barba.

Aruj, Ishak, Hizir e Ilya eran cuatro hermanos, naturales de la isla de Lesbos, que llevaron a cabo la piratería con crueldad y osadía. Se aliaron con los turcos y defendieron Argel del asedio de los españoles. No dudaban en atacar cualquier ciudad o pueblo bañado por el mar, apresar doncellas y mozos para los remos y apropiarse de todo lo conveniente. Los reyes debían hacer algo ante aquella amenaza.

Surgieron valientes que se echaron a la mar para enfrentarse con el peligro más real. Y entre aquellos marinos ilustres, aguerridos y osados, que lucharon contra los temidos piratas, quiero destacar al vasco Machín de Rentería, también llamado Martín de Rentería. ¿Por qué? Pues porque se enfrentó bravamente contra Barbarroja, el malévolo pirata que tenía atemorizada toda la costa española.

Martín de Rentería, un marino valiente

Aruch Barbarroja, era el rey de Argel y no dudaba en acometer ataques y saqueos contra ciudades de la monarquía hispánica. En 1515, quemando sus naves como Hernán Cortés, sitió Bugía dispuesto a expulsar a los españoles de aquellas costas. Martín de Rentería, que se encontraba en Argel, no dudó en acudir en socorro de la ciudad, dispuesto y valiente, para enfrentarse con el peligro. Aquella acción sirvió para preparar la ayuda proveniente de Mallorca, Cerdeña y Valencia.

Martín aleccionó a su gente de mar, bravos marinos dispuestos a pelear y les ordenó desembarcar con infantes de marina. Flanquearon la posición de los sitiadores, les provocaron grandes bajas, les sometieron a fuego intenso y llegaron a clavar toda la artillería enemiga que se iban encontrando a su paso. Todo aquel ímpetu de los hombres de Martín provocaron el desconcierto en aquellos piratas. Incluso la respuesta armada, el movimiento de desembarco y ataque, hizo que muriese el hermano de Aruch, Ishak. Ante aquel panorama, la coalición turca-berberisca, se retiró del asedio. Fue una victoria aclamada la obtenida por el valiente marino de Rentería.

En otra ocasión, 1525, Martín se encontraba frente a las costas de Alicante cuando una gran flota berberisca, formada por 18 embarcaciones, entre galeras, galeotas y fustas, asoma por el horizonte. Dejaban tras de si un panorama de saqueo por el litoral levantino y ahora se encontraban frente a un escollo molesto. Sin dudarlo abrieron fuego sobre el barco de Martín, un cañoneo nutrido y duro que hizo que sufriera muchas bajas. Estaba siendo acosado. Pero Martín, aguantando el temporal de pólvora y plomo, no se arredró ante la situación, dio las órdenes oportunas, alentó a sus hombres y contestó con contundencia cada vez que se acercaba un barco enemigo. Una resistencia heroica y contumaz que sirvió para aguantar, para no sucumbir. Al anochecer, el viento empezó a soplar y permitió a Martín poner rumbo hacia la salvación. Aquella maniobra de resistencia, audacia y contraataque, se estudió en los ambientes navales de la época.

Capitán General y Escudo de Arma

Martín siguió combatiendo a la piratería pues confiaban en su buen hacer y preparación. Y Barbarroja siempre asomaba en el horizonte para torcer planes y sombrar el miedo. El 18 de diciembre de 1534, el Emperador le ordenó preparar, en la costa de Guipúzcoa y Vizcaya, una Armada de veinte zabras, de la que sería su Capitán principal. Aquella flota debería estar preparada y alerta para acudir con ellas, con la mayor presteza posible, a unirse con otra armada, para la defensa de la costa contra las incursiones de Hizir Barbarroja. (Ya Aruj Barbarroja, rey de Argel y con el que se había enfrentado, había fallecido).

Martín de Rentería, un bravo marino, con experiencia, que luchó y venció a unos de los hermanos Barbarroja, que siguió enfrentándose al terror berberisco, que combatió a los corsarios y patrulló las costa levantina de España para evitar la amenaza. Un marino digno de mención y elogio al que, Carlos V, le concedió el título de general y el escudo de armas. Otro héroe más de nuestra gran historia, un marino de leyenda, un valiente de la mar, curtido en mil batallas.