Mimbres en la penumbra
Y de pronto se fue. La oscuridad fue absoluta, sin previo aviso, para cercenar la luz del horizonte y poner un velo de penumbra al presente. Francisco, de la noche a la mañana, se había quedado ciego y empezaba para él una nueva andadura, repleta de coraje y entusiasmo.
Francisco convive con una leucemia crónica desde hace muchos años que, aunque menos agresiva de lo que aparenta, requiere de sus controles y tratamientos. Los médicos achacaron la repentina ceguera a esta enfermedad pero, tras los oportunos controles, descartaron esta posibilidad y observaron que todo era debido a un problema en el nervio óptico. Lo cierto y verdad es que dejó de ver el mundo que le rodeaba y eso supuso un duro golpe, difícil de encajar. En veinticuatro horas había pasado de la luz a la oscuridad más absoluta.
Evidentemente, todos tenemos piedras en el camino que nos hacen tropezar, provocando angustia y dolor, pero no se trata de no caer nunca sino de levantarse después de cada caída y Francisco, demostrando optimismo y una voluntad a raudales, se puso el destino por montera y demostró que poseía un espíritu jovial y positivo. De aquella piedra, lacerante y artera, construiría un hermoso castillo.
Gracias a un curso organizado por la ONCE, aprendió a confeccionar objetos de mimbre. Artesanía pura y paciente para curar al alma de melancolía y mitigar los efectos de la oscuridad reinante. Paso a paso, avanzando con seguridad, demostró sus dotes y sorprendió a propios y a extraños con sus magistrales manos. Allí estaba Francisco, superando la penumbra sobrevenida y trenzando belleza.
Artesanía y resiliencia
Lleva diez años conviviendo con la ceguera, ganándole el pulso a este tiempo traidor y embustero. Diez años en los que ha crecido y nunca ha perdido la sonrisa. Diez años en los que su mujer, Adela, ha sido su bastón, su lazarillo, su apoyo incondicional y su confidente. Diez años de pasos andados, de resiliencia y entrega, de mimbres para una historia, de vida atesorada y artesanía en las venas.
Y para rizar el rizo, para demostrar pericia en esas manualidades cotidianas que desmontan mitos y construyen leyendas, colabora en la radio local, cada semana, en un programa de cocina. No hay quien lo detenga, pues siempre va sumando y nunca resta.
Conocido en el pueblo, anda agarrado del hombro de su esposa como si intuyera el entorno, como si observara a sus paisanos y sonriera a su propia suerte. Piensa en seguir creciendo, adquiriendo nuevos conocimientos y perfeccionando la técnica del mimbre pues dice que aún tiene tiempo para seguir aprendiendo el oficio.
Artesano del sendero, vitalidad en sus pasos, caminante esforzado y un héroe de andar por casa, que no se detiene pese al temporal negro que lo acompaña a diario, pues la luz y la belleza las crea él con el mimbre que atesora, con el cariño que demuestra y el arte que sale de sus manos.
Francisco Bohórquez, el artesano en la penumbra y el malabarista en las sombras. Superación en sus creaciones y encargos, en el cariño de los vecinos y en el eco de sus labios. Destreza que riega buscando la luz en la cestería, en la hermosura de la tradición y en los sabores de la vida.
El sendero está repleto de historias sencillas que se construyen con los buenos mimbres que encontramos. Y de mimbres, Francisco, es todo un experto. Aún le queda mucho por decir y enseñar, por crear y crecer, por andar y saborear. Ganas de vivir no le faltan, ni le faltarán.
Un ejemplo de esfuerzo y superación. Mis felicitaciones a Fernando y a su esposa.
Gracias Benito por todo y me alegro que te haya gustado. Un abrazo
Hola José Carlos.
Tremenda la historia de Francisco.
Esto es lo que nos hace pensar y valorar lo que tenemos a nuestro alrededor.
Siempre nos das «algo» para llevarnos a nuestras vidas.
Gracias por compartir.
Un abrazo.
Pues sí Mercedes, a mi también me sorprendió mucho y por eso decidí hacerle un pequeño homenaje. Me alegro que te haya gustado. Un abrazo amiga
Preciosos los mimbres que han construido estas letras, José Carlos.
Me ha recordado a un tío mío que era aficionado a la cestería, hasta el punto de ser conocido en el pueblo por el nombre de este oficio.
Un saludo.
Gracias Laura por tus palabras y me alegro que te haya recordado este relato a un familiar. Un abrazo
Desde Niño lo conozco fuimos juntos a la Escuela, y en la misma Clase sentado a mi Lado fuimos Compañeros, por eso siento mucha Nostalgia cada vez que lo veo, tiene mucho merito el Valor que le ha echado, buscando la Luz dentro de la Oscuridad. Gracias Jose Carlos por tus Palabras hacia Francisco, Trasmites mucha Humanidad con tu Poesía un Saludo….
Hola Antonio. La verdad que es un ejemplo de entereza y superación. Gran mérito en sus pasos y logros, como tú dices: buscando luz en la oscuridad. Me alegro que te haya gustado este pequeño relato. Y gracias a ti por tus palabras. Un abrazo
Que admirable José Carlos. Gracias por darnos a conocer su historia y ocuparte. Abrazo.
Me alegro que te haya gustado Marta. la verdad que es una historia digna de contar. Un abrazo amiga