Vuelvo tranquilo paseando
por las calles de Octubre,
sosegando el tiempo y recordando
como pasan los años
y tú,
en un mar cristalino,
vas pintando gaviotas de sal marinera,
de vejez dominante,
de palabras vacías,
y de huellas en la arena.
Las sienes visten de blanco,
las arrugas fruncen el ceño,
el silencio divaga a sus anchas
y las horas muertas dominan el pensamiento;
y tu,
musitando entre hojas caídas,
de un calendario caduco
en el otoño ceniciento,
de tu voz adormilada.
Y allí, olvidado,
en tu jardín recogido, de verjas torcidas,
de robles vencidos y flores marchitas,
descansa la impaciencia,
la juventud ajada,
la vitalidad agazapada
y aquella mirada.
Sí, es irremediable.
Llegó sin ser llamado,
sin hacer ruido pero
hiriendo el alma
como un espino, de recuerdos y vida,
que me traspasa la razón,
aquella que de dolor grita,
al viento, al furor de las olas
y al barquito encallado en la orilla.
Precioso José Carlos, los colores del otoño y el propio otoño de la vida. Metáfora o realidad. Un abrazo.
Gracias amigo, me alegro que te haya gustado. La verdad es que un reflejo de la vida, de la propia existencia, de canas y arrugas. Un fuerte abrazo.
Hola José Carlos,
Súper bonitooo!!!
Fiel reflejo del otoño.
Me encanta!!
Un gran abrazo.
Hola amiga Mercedes. Me alegro que te haya gustado. Es una metáfora de la vida… otoño. Un fuerte abrazo
Otoño, pura melancolía…describiendo la vida misma…!!!
Que bonito amigo!!!
Melancolía, recuerdos… la vida. Me alegro que te guste Ana Mari. Un abrazo