Con el rumor de las olas, cual caricias indelebles,
tus manos sueñan desnudas,
firmes al viento,
sintiendo la arena escapar lentamente
entre suspiros, arrullos y lamentos,
por la playa de mis pesares,
en aquel mar de mi sustento.
Y sigo tus huellas errantes
que me conducen, sin quererlo,
a los confines de tu mirada,
a tu vertiente remota,
y a la señal trazada,
por el rastro de tus besos.
Suspiros de sal, reflejos de levante,
de trazos del alma,
de conchas en la orilla,
y huellas en lontananza.
Y allí, a lo lejos,
con el reflejo de aguamarina
se ven velas al cielo,
entre el horizonte impoluto
y tu cuerpo, indemne,
mientras las emociones se sumergen,
en la espera impaciente
de mi barca.
Y entre espumas y corales,
tu voz resuena en el océano,
lentamente, al compás del ocaso,
cual faro de mi memoria,
señalando el camino de regreso