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LA TORMENTA ARRECIA

La tormenta viene para sacudir nuestros cimientos, para destrozar voluntades, para resquebrajar el ánimo y minar una moral que creíamos impoluta, intacta. Y llega de la manera menos insospechada, en el momento más inoportuno,  porque el mal nunca avisa. Y lo podremos sufrir en forma de despido laboral o disfrazado de insulto o desprecio proveniente de alguien a quien una vez llamaste amigo. Nadie sabe.

Se puede presentar adoptando el nombre de una enfermedad cruenta o un accidente o un desamor o una mala fortuna. Las piedras dañan tus huesos, hieren tu piel, hacen sangrar las heridas y brotar el llanto en tus ojos. Pero no queda otra que levantarse, mirar al futuro y pegar un golpe en el suelo, presto para aguantar el oleaje furioso.

Las piedras se harán añicos, los palos se romperán con el eco de tus espíritu, los enemigos terminarán extasiados con tu entusiasmo, la enfermedad será vencida y la tempestad quedará atrás porque todo es temporal, todo es efímero, incluso lo malo, incluso el infierno, incluso la tormenta. La pena, el desconsuelo, la mala racha, la enfermedad, la punzada, el desapego, el olvido, la amistad rota y la lágrima viva… todo es momentáneo y siempre quedará el presente para construir nuevos lazos, nuevos senderos, nuevas vivencias y recibir otros besos.

Por eso siempre quedará el minutero, el reloj que todo lo maneja, lo conmueve, lo enreda. Y no queda más remedio que continuar, hacernos fuertes en nuestra posición, rodearnos de nuestros seres queridos y dejar que pase el tiempo pues este, al final del todo, por muchas piedras que nos dañen, lo curará todo.

Incluso la vida pasa, es pasajera. El dolor será matizado y todo volverá a su cauce. Ten paciencia pues tu energía prevalecerá.

RAZONES QUEBRADAS

Aunque las piedras quiebren razones,

aunque el viento destroce las velas,

aunque el mal aceche embozado

aunque la arena hiera al cristal,

aunque la marea arrastre la calma

aunque el corazón no resista las horas…

siempre quedarán tus pasos,

aquellos que revierten la zozobra,

aquellos que te llevan al horizonte,

aquellos que buscan la sonrisa, 

aquellos de instantes pasajeros,

aquellos que tiñen de esperanza,

tus huellas, tus recuerdos.

Porque, aunque el dolor se presente,

aunque la tormenta arrecie,

aunque la vida se tuerza

y la magia parezca que se esfuma

en la tempestad traicionera,

todo es pasajero, todo es espera,

así que sigue caminando, 

jamás te detengas,

siempre adelante, navegando,

aunque te sangren la heridas,

aunque llores la pérdida,

levanta el ánimo en el tiempo

agarra el timón y vuela,

que la vida también es efímera,

y nunca por nadie espera.

Todo lo malo pasa. Pablo Ráez