Y ya vienen los Reyes Magos,

Ya se ven allá a los lejos,

Le traen sus regalos al niño,

Oro, mirra e incienso.

Revivir la ilusión cada año, como si fuésemos niños, abriendo la nostalgia de par en par, rompiendo ese papel de colores que envuelve la inocencia más inmaculada. Blancura infinita, bendita locura de disponer todo como antaño, como ayer, disfrutando de las vísperas y preparativos, ahora como padres y abuelos, cimentando corazones, poniendo el alma en esos caminos realizados con mimo, en ese itinerario realizado con primor y en esos juegos trazados con dulzura, simplemente por ver sonreír a nuestros pequeños.

Pues todos, cada uno de nosotros, rememorando ese niño que un día fuimos, renovamos ese sentir, esa preciosa sensación de sorpresa, de búsqueda, de magia, de nerviosismo, incluso de temor. Porque nos encanta esconder regalos, ser ayudantes de los Reyes Magos, enriquecer esa ilusión y colaborar para que esa tradición no sucumba ante la invasión de ideas extravagantes y dañinas para la inocencia de un niño.

Sí, una inocencia que lleva a la felicidad, que es un bien intangible, que no tiene precio, que no se puede comprar con dinero, y que pretenden romper o quitar de un plumazo, borrando esos años que marcaran sus vidas. Por eso debemos continuar con esa tradición, poniendo ese empeño, ilusión y deseo en estas fiestas; todos debemos ayudar a que esa mágica celebración, esa noche del 5 de enero, perdure por los siglos de los siglos y en todas las generaciones venideras. Solo así se podrá recobrar con fuerza la ilusión en 3 reyes que fueron, son y serán magos. Porque “YO SOY DE LOS REYES MAGOS”, por y para siempre.

Yo soy de los Reyes Magos