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Aventureros de la historia de España

Hace poco escribí un artículo sobre Jerónimo de Aguilar (aquí os dejo el enlace) un náufrago español, que estuvo preso de una tribu, descendiente de los mayas y que ayudó a Cortés a comunicarse con los indígenas. Pero de aquel primer naufragio, a parte de Jerónimo también sobrevivió otro hombre, otro aventurero que merece un buen homenaje. Hoy mi artículo se lo dedico a Gonzalo Guerrero, el español que llegó a ser jefe maya en el Yucatán.

 

Pero, antes de nada, quiero dar una breve pincelada para hacernos una idea de lo que había en aquellos primeros años del siglo XVI. Resulta que, fallecida Isabel la Católica, su esposo Fernando decidió dar un golpe sobre la mesa y cambiar el rumbo de los acontecimientos. Arrebató el supuesto monopolio de la exploración del Nuevo Mundo a Colón y abrió la mano a todo aquel que quisiera y tuviera recursos para costear la expedición. Su idea era acelerar la exploración y conquista de Tierra Firme.

 

En esa situación nos encontramos cuando se crean nuevas gobernaciones en aquellos lares, entre el Cabo de la Vela (Colombia) y el Cabo de Gracia a Dios (entre Honduras y Nicaragua). El Golfo de Uraba era el límite entre las dos. Una se llamó Nueva Andalucía, al Este, gobernada por Alonso de Ojeda y otra, al oeste, llamada Veragua, gobernada por Diego de Nicuesa.

 

Guerras fraticidas en el Darién

Gonzalo Guerrero, nacido en Palos de la Frontera (Huelva) viaja junto a Diego de Nicuesa al Nuevo Mundo, dispuesto a labrarse un futuro, y se encuentra un escenario caótico, repleto de rencillas y peleas. A pesar de las leyes de indias dictadas y la protección que se debía procurar a los naturales, aquellos primeros hombres se peleaban entre sí por el poder y cometían barbaridades. Guerra fratricida en el Darién entre españoles por una gobernación. Y desde un primer momento, Ojeda y Nicuesa se declaran enemigos, enfrentados por conseguir tierras fértiles y poder, mucho poder.

 

En estas fechas surge la figura de Vasco Núñez de Balboa, destacándose en la demarcación de Alonso de Ojeda, al que incluso socorrió en circunstancias adversas. Como sabemos, descubrió el Mar del Sur (Océano Pacífico) y fundó en 1510 Santa María de la Antigua del Darién. Se proclamó alcalde y mandó a su capitán Valdivia a La Española para legitimar el nombramiento. Gonzalo se embarca, el 15 de agosto de 1511, en aquel viaje, junto a Valdivia, dispuesto a solicitar los favores de Diego de Almagro, con una recomendación de Nicuesa.

 

Pero el temporal, taimado y brutal, golpeó con tanta fuerza la nao Santa María de Barca que la hizo naufragar. Solo sobreviven 20 tripulantes (18 hombres y dos mujeres) al desastre, los cuales se agolpan en un pequeño batel, sin provisiones ni agua. Después de soportar penurias y los rigores del tiempo, después de beber sus propios orines, consiguen llegar solo 8 a las costas de Yucatán. Allí son recibidos por los Cocomes de manera violenta, ejecutando a 4 de ellos, tras los enfrentamientos y encarcelando al resto.

 

La esclavitud de los naúfragos

Es el momento de la esclavitud, cuando los Cocomes entregan como esclavos a estos cuatro supervivientes a sus enemigos, la tribu de los Tutul xiúes. El hambre y la desesperación hacen mella en ellos de tal manera de que solo sobreviven dos de aquella expedición primitiva, desde el Darién: Gonzalo Guerrero y Jerónimo de Aguilar (éste es la fuente que aporta la mayoría de los detalles).

 

Gonzalo Guerrero, en contraposición a Jerónimo que jamás abandonó sus costumbres, no renunció a su rey ni a su religión y nunca buscó el mestizaje, fue asimilando, poco a poco, aquella cultura nueva. Taxmar, el jefe de aquella tribu, tuvo misericordia de aquellos dos esclavos, que vivían en penosas condiciones y los acogió bajo su protección. Y aquí se empezaron a destacar en sus dotes militares, cuando se enfrentaban a otras tribus enemigas. Virtudes que no pasaron desapercibidas y que hicieron que Taxmar los tuviera como consejeros.

 

Gonzalo sí se integró definitivamente y les enseñaría nuevas tácticas militares, movimientos y formaciones, cuestiones que hicieron que lograran una rotunda victoria frente a los Cocomes y que subiera el prestigio de Guerrero. Éste fue objeto de regalos entre caciques, pues Taxmar lo regaló al cacique de los cheles, Na Chan Can, quien se lo regaló, a su vez, a su jefe militar llamado Balam. Aquí comenzaba un camino repleto de osadía y atrevimiento, un mestizaje cultural en toda regla.

 

Jefe de la tribu

Conviviendo plenamente en aquella sociedad nueva, Balam fue salvado de ser devorado por un caimán por el propio Gonzalo cuando cruzaban un río. Y aquí es cuando se ganó su libertad para participar como un combatiente más, como un hombre libre dentro de aquella cultura maya, que asimiló por completo. Éxitos en expediciones de hostigamiento, mutilaciones rituales, tatuajes propios a su rango, sacrificios y un ascenso merecido. Llega a ser Nacom y se casa con la hija de Na Chan Can, la princesa Zazil Há

Según Diego López de Cogolludo, en su obra Historia de Yucatán, y Bernal Díaz del Castillo (aunque con otra versión), cuando Hernán Cortés desembarca en 1519 en Cozumel y se entera de la presencia de españoles que convivían, de una forma u otra, entre tribus indígenas, manda cartas a los náufragos para reclutarlos para su causa.

 

El rescate de Cortés

Como dije en el artículo dedicado Jerónimo de Aguilar, cuentan las crónicas que al recibir la carta éste pidió licencia a su amo, entregándole los rescates, la cual se la dio. Después fue a buscar a Gonzalo para que lo acompañase. Cuenta Bernal Díaz del Castillo, en su Historia Verdadera de la Conquista de Nueva España, la respuesta que Guerreo le dio a Jerónimo ante la propuesta:

 

“Hermano Aguilar, yo soy casado y tengo tres hijos. Tienenme por cacique y capitán, cuando hay guerras, la cara tengo labrada, y horadas las orejas que dirán de mí esos españoles, si me ven ir de este modo? Idos vos con Dios, que ya veis que estos mis hijitos son bonitos, y dadme por vida vuestra de esas cuentas verdes que traéis, para darles, y diré, que mis hermanos me las envían de mi tierra”.

 

A pesar de la insistencia de Aguilar, de ofrecerle que se llevara a su familia, Gonzalo no se dejó convencer, no atendió la carta de Cortés y prefirió permanecer junto a los mayas, junto a su esposa y sus hijos. Y a partir de aquí, se dedicó a combatir a los españoles que desembarcaban en Yucatán, enseñando a sus guerreros técnicas para enfrentarse a ellos.

 

Previamente a aquella carta de Hernán Cortés, había apoyado los combates para expulsar a Grijalva, contra Francisco Hernández de Córdoba y el propio Cortés. Después vino el entrenamiento continuo de los mayas para defender su territorio, dando fe de aquello el propio Francisco de Montejo, cuando se encontró con enormes dificultades para conquistar Yucatán.

 

Padre del mestizaje

Cuentan que el capitán Dávila, en 1531, llegando al territorio donde supuestamente vivía Guerrero, no lo encontró. Informó, por lo que le dijeron algunos indios, que Gonzalo había muerto de manera natural. Pero, según relata en su carta el gobernador de Honduras, Andrés de Cerezeda, fechada el día siguiente de la batalla, 14 de agosto de 1536, murió combatiendo cuando se enfrentaba a las tropas del capitán Lorenzo de Godoy para ayudar, junto a 50 canoas, a Cicumba, cacique Tolupan del poblado de Ticamaya (Honduras).

 

Una flecha junto al ombligo, una herida fea de arcabuz, un campo de batalla cubierto por la sangre y los hombres de Gonzalo que lo sacan de la contienda para protegerlo tras las palmeras. Él los anima a seguir luchando y pide a sus allegados que cuiden de sus hijos. Tras la batalla, su cadáver quedó abandonado en terreno enemigo, pero fue rescatado, con audacia, por alguno de sus guerreros más leales para lanzarlo al río Ulloa, para que lo llevara al mar, su mar. Épica historia de un aventurero que buscó fortuna y encontró la gloria de la memoria eterna.

 

Y aún hoy se le recuerda y se le reconoce como padre del mestizaje pues renunció a su rey, a su patria y religión para mezclarse con los mayas, para fusionarse con otra cultura y para integrarse en aquella tribu de Tierra Firme. Gonzalo Guerrero, el hombre que vino del mar y llegó a ser jefe maya. Una historia de película.

Gonzalo Guerrero