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Nunca nos hemos sabido vender

Como dije en mi artículo dedicado al naufrago Pedro Serrano, la historia de España, y sobre todo la época de los exploradores y conquistadores, está tachonada de hazañas y curiosidades que bien merecen libros y películas. Otros, sobre todo autores ingleses, han sabido copiar esas historias y transformarlas para su beneficio. Y es que nunca hemos sabido vendernos.

Todos conocemos la historia de Pocahontas, la hija de un jefe indio, que salvó de morir al conquistador británico John Smith. Y sobre todo, desde que Disney adaptó al cine esa historia de amor, ese encuentro entre el inglés y la nativa, ha alcanzado notoriedad y trascendencia. Pero se olvidan de que, al parecer, ese relato se inspira en las crónicas sobre el cautiverio de un joven español llamado Juan Ortiz, que tuvo lugar un siglo antes. Romance y aventura a partes iguales. Es curioso.

Expedición de Pánfilo de Narváez

Y resulta que Juan Ortiz, sevillano de nacimiento, se enroló en la expedición de Pánfilo de Narvaéz a La Florida, allá por el año 1528, principios del siglo XVI, tan prolífico. Fue una de tantas expediciones que recorrieron el sur de la actual EEUU y que pusieron el germen del imperio español, dejaron huellas imperecederas.

Y aquella expedición, como también era normal en la época, salió mal, fue un fracaso, al sufrir las inclemencias del tiempo y, sobre todo, la fuerza iracunda de un huracán que destrozó la flota. Entre los pocos superviviente, se encontraba Núñez Cabeza de Vaca, que se merece un artículo extenso y que pronto hablaré de sus maravilloso viaje y sus peripecias. Pues bien, también se salvó del naufragio el joven Juan Ortiz.

Hernando de Soto y Juan Ortiz

Cuentan las crónicas que, años varios después, en 1539, cuando los españoles de la expedición de Hernando de Soto, otra gran aventura que recorrió miles de kilómetros por el sur de Norteamérica, estaban a punto de enfrentarse a una tribu belicosa, en la zona de Tampa (Florida), escucharon las voces de un hombre que gritaba, a viva voz: “¡Soy cristiano! ¡Soy cristiano! No me matéis” Y resulta que era Juan Ortiz pero ¿Cómo había logrado sobrevivir tanto tiempo?

Los españoles supieron después de su historia apasionante y de que había salvado de morir gracias a la intervención de Ulele, una de las hijas del cacique indio de la tribu de los Tocobaga, localizada en Ucita, que, al parecer, se enamoró del joven sevillano e impidió que lo quemaran vivo. Más tarde, marcado por las quemaduras, lo libró de ser sacrificado a los dioses y, finalmente, lo puso bajo la protección de Mucozo, líder de los Timucua, un tribu rival, antes de que su padre lo matase.

El relato de Garcilaso de la Vega

El inca Garcilaso de la Vega, en su obra “La Florida Inca”, publicada en 1605 lo cuenta así:

no desconfíes de mí, ni desesperes de tu vida, ni temas que yo deje de hacer todo lo que pudiere por dártela, si eres hombre y tienes ánimo para huirte, yo te daré favor y socorro para que te escapes, y te pongas en salvo. Esta noche que viene a tal hora y en tal parte hallarás un indio, de quien fío tu salud y la mía; el cual te guiará hasta un punto que está a dos leguas de aquí. Llegando a él, le mandarás que no pase adelante, sino que se vuelve al pueblo antes que amanezca, porque no le echen de menos y se sepa de mi atrevimiento y el suyo, y por haberte hecho bien, a él y a mí nos venga mal. Seis leguas más allá del puente está un pueblo, cuyo señor me quiere bien y desea casarse conmigo, llámese Mucozo, dirásle de mi parte que yo te envío a él para que en esta necesidad te socorra y favorezca, como quien es. Yo sé que hará por ti todo lo que pudiere como verás. Encomiéndate a tu Dios, que yo no pude hacer más en tu favor”

El germen de la leyenda de Pocahontas

Esta bonita historia de amor la recoge el escritor César Cervera en su libro “Superhéroes del Imperio español. Los hombres que forjaron la historia de España”. En el capítulo dedicado a Cabeza de Vaca cuenta los hechos relacionados con Juan Ortiz, de su cautiverio, de su supervivencia, de los tormentos sufridos y de su salvadora. César dice en su libro: “si Ortiz se salvó de ser el plato principal de una ceremonia caníbal fue por la intervención de la hija del jefe, una historia de amor interracial que se adelantó casi un siglo a Pocahontas”.

Según Garcilaso de la Vega, en su libro, fue Baltazar de Gallegos quien encontró al pobre Juan, cautivo, desnudo y quemado por el sol. Y, a punto de confundirlo con un nativo dijo: “Cristiano soy, señores; no me matéis ni matéis estos indios, que ellos me han dado la vida”. Y a partir de aquí se unió a la nueva expedición, siendo de enorme utilidad para comunicarse con las diferentes tribus.

Pero Juan Ortiz, a pesar de haber sobrevivido a la tortura, a pesar de haber contemplado de cerca la muerte y sufrir los rigores de una tribu que mejor lo quería muerto, sucumbió poco después en aquella nueva expedición. Sí, atravesó el Mississippi, atravesó gran parte del continente y sobrevivió a la terrible batalla de Mobile. Pero no pudo soportar las inclemencias del tiempo y sucumbió. Ya no estaba su amada, la hija del cacique para salvarlo.

Crónica de un romance

El cronista de Elvas, Álvaro Fernández, que acompañó a Soto en su expedición y recogió su increíble viaje, dejó constancia de la historia de Juan Ortiz y su salvadora. 200 años después fue divulgada por los anglosajones para dar lugar a la leyenda de Pocahontas. En libro “Banderas Lejanas” de Fernando Martínez Laínez y Carlos Canales Torres, también se menciona este episodio.

Otra historia más digna de mención, otro episodio digno de libros, de ser recordado, de no ser olvidado.

Aquí os dejo un enlace de un artículo de ABC: La verdadera historia sobre Pocahontas

Y otro enlace de un artículo en El economista: El negocio de copias historias